-Verás, Minerva, tengo el testimonio de Willy Widdershins, quien acertó a estar en el bar en ese momento. Él está fuertemente vendado, es cierto, pero su audición permanece intacta – afirmó Umbridge con aire satisfecho – Él escuchó cada 619
palabra que Harry dijo y se apresuró a venir directamente a la escuela para reportarlo conmigo.
-¡Oh, así que por eso no fue acusado por montar todos aquellos baños regurgitantes! – exclamó la Profesora McGonagall, elevando las cejas - ¡Qué gran alcance el de nuestro sistema de justicia!
-¡Patente corrupción! – gritó el retrato de un mago corpulento, de nariz roja, desde la pared que se encontraba detrás del escritorio del Profesor Dumbledore. - ¡El Ministerio no hacía tratos con mezquinos criminales en mis días, no señor, no lo hicieron!
-Gracias, Fortescue, así se habla – dijo Dumbledore suavemente.
-El propósito de la reunión de Potter con esos estudiantes –
continuó la Profesora Umbridge – era persuadirlos para unirse en una sociedad ilegal, cuya meta era aprender hechizos y maldiciones que el Ministerio considera son inapropiados para la edad escolar.
-Creo que te encontrarás con que estás equivocada en eso, Dolores – señaló Dumbledore tranquilamente, mirándola fijamente sobre sus gafas de medialuna colocadas a mitad de camino sobre su nariz torcida.
Harry se le quedó mirando fijamente. No se le ocurría como Dumbledore podría salvarlo de esta; si Willy Widdershins había oído cada palabra que había dicho en el Cabeza de Cerdo no tenía escape.
-¡Oho! – DIJO fudge, balanceándose sobre sus pies arriba y abajo nuevamente - ¡Sí, Dumbledore, déjenos oír el último cuento chino diseñado para sacar a Potter de un problema!
Adelante, Dumbledore. Adelante. -Willy Widdershins estaba mintiendo, ¿verdad? ¿O quizás Potter tenía un gemelo idéntico en el Cabeza de Cerdo ese día? ¿O es la habitual explicación simple que involucra un cambio en el sentido del tiempo, un muerto que regresa a la vida o una pareja de invisibles Dementors?
Percy Weasley dejó escapar una fuerte carcajada.
¡Oh, muy bien, Señor Ministro, muy bien!
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Harry lo hubiera pateado. Luego vio, con asombro, que Dumbledore también sonreía suavemente.
-Cornelius, no te voy a mentir….y tampoco, estoy seguro, lo hará Harry. Él estaba en el bar Cabeza de Cerdo ese día, y es cierto que estaba tratando de reclutar estudiantes para su grupo de Defensa Contra las Artes Oscuras. Sólo quiero puntualizar que Dolores está muy equivocada al sugerir que tal grupo era, para ese momento, ilegal. Si recuerdas, el Decreto del Ministerio prohibiendo todas las sociedades estudiantiles no entró en efecto hasta dos días después que Harry se reuniera en Hogsmeade, así que él no rompió ninguna regla en el Cabeza de Cerdo.
Percy lo miró como si le hubieran golpeado el rostro con algo muy pesado. Fudge permaneció inmóvil en mitad de su balanceo, con la boca abierta. Umbridge fue la primera en recuperarse.
-Todo eso está bien, Director – aceptó ella, sonriendo
“dulcemente” – pero hace casi seis meses de la implementación del Decreto Educacional Número Venticuatro. Si la primera reunión no era ilegal, todas las que han ocurrido desde entonces ciertamente que sí.
-Bueno – dijo Dumbledore, examinándola con cortes interés desde la parte superior de sus dedos entrecruzados –
definitivamente lo serían, si hubieran continuado después que el Decreto entró en efecto. Tú no tienes evidencia de que esas reuniones continuaran, ¿verdad?
Mientras Dumbledore hablaba, Harry escuchó un susurro detrás de él y pensó que Kingley había murmurado algo. Podría haber jurado, además, que sintió algo que rozaba contra su costado, algo suave como una corriente de aire o las alas de un pájaro, pero al mirar hacia abajo no vio nada ahí.
-¿Evidencia? – repitió Umbridge, con esa horriblemente ancha sonrisa de sapo - ¿Acaso no me escuchó, Dumbledore?¿Por qué cree que está aquí la Señorita Edgecombe?
-¿Oh, ella nos puede contar acerca de seis meses de reuniones? –
preguntó Dumbledore, elevando sus cejas – Yo tenía la impresión que sólo estaba reportando la reunión de esta noche.
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-La Señorita Edgecombe – replicó Umbridge de inmediato – nos dijo cuanto tiempo llevaban efectuándose estas reuniones.
Querida, basta con que asientes o niegues con la cabeza, estoy segura que eso no empeorara las pústulas. ¿Esto ha venido ocurriendo regularmente durante los últimos seis meses?
Harry sintió un horrible vacío en el estómago. Esto era todo, ellos habían armado un callejón sin salida con una evidencia tan sólida que ni siquiera Dumbledore sería capaz de transformar.