-El Ejército de Dumbledore, Cornelius – los aclaró, aún sonriendo mientras ondeaba la lista de nombres frente al rostro de Fudge – No El Ejército de Potter. El Ejército de Dumbledore.
-Pero.....pero......
La comprensión resplandeció repentinamente en el rostro de Fudge. Dio un paso hacia atrás horrorizado, gritó y saltó sobre el fuego nuevamente.
-¿Tú? – susurró, pisando su capa que ardía nuevamente
-Así es – afirmó Dumbledore, amablemente
-¿Tú organizaste esto?
-Sí – confirmó Dumbledore
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-¿Tú reclutaste a estos estudiantes para.......para tu ejército?
-Se suponía que esta noche sería la primera reunión – aclaró Dumbledore, asintiendo – Apenas para ver si ellos estaban interesados en unírseme. Ahora veo que fue un error invitar a la Señorita Edgecombe, por supuesto.
Marieta asintió. Fudge corrió la mirada de ella a Dumbledore mientras hinchaba el pecho.
-¡Entonces tú estás haciendo planes contra mí! – le gritó.
-Eso es correcto – aceptó Dumbledore, risueño.
-¡No! – gritó Harry.
Kingsley le lanzó una mirada de advertencia, McGonagall abrió los ojos amenazadoramente, pero repentinamente se había hecho evidente para Harry lo que Dumbledore estaba a punto de hacer, y él no podía permitirlo.
-¡No.....Profesor Dumbledore!
-Tranquilo, Harry, o me temo que tendrás que abandonar mi oficina – advirtió Dumbledore calmadamente.
-¡Sí, cállate, Potter! – ladró Fudge, quien todavía observaba fijamente a Dumbledore, con una especie de deleite horrorizado
– Bien, bien, bien..... vine aquí esta noche esperando expulsar a Potter y en vez de eso.....
-En vez de eso me vas a arrestar a mí – terminó Dumbledore, sonriendo – Es como perder un Knut y encontrar un Galeon,
¿verdad?
-¡Weasley! – gritó Fudge, ahora positivamente temblando con deleite – Weasley, ¿Has escrito todo, todo lo que dijo, su confesión, la tienes?
-¡Sí, señor, creo que sí! – contestó Percy ansiosamente, con su nariz salpicada de tienta debido a la velocidad con que estaba tomando notas.
-¿Algo sobre cómo ha estado tratando de construir un ejército contra el Ministerio, de cómo ha estado intentando conspirar para desestabilizarme?
-Sí, señor, ¡ya lo tengo, sí! – confirmo Percy, revisando sus notas alegremente.
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-Muy bien, entonces – declaró Fudge en ese momento radiante de regocijo – Sácale un duplicado, Weasley, y envía una copia al Profeta. ¡Si enviamos una lechuza de inmediato, saldrá en la edición de la mañana! – Percy salió de la habitación, dando un portazo detrás de él y Fudge se volvió hacia Dumbledore –
Ahora serás escoltado de regreso al Ministerio donde serás acusado formalmente, luego se te enviará a Azkaban para esperar el juicio.
-Ah – dijo Dumbledore gentilmente – Sí, claro. Yo pensé que podríamos arreglar este pequeño inconveniente.
-¡¿Inconveniente?! – exclamó Fudge, con la voz todavía vibrante de placer - ¡No me parece un inconveniente, Dumbledore!
-Bueno – replicó Dumbledore, en tono de disculpa - temo tener que hacerlo.
-¿El qué?
-Bien….. es sólo que pareces estar trabajando bajo la falsa ilusión de que yo voy a... ¿cuál sería la frase?.....quedarme tranquilo. Y me temo que no me voy a quedar tranquilo d ningún modo, Cornelius. No tengo la más mínima intención de ser enviado a Azkaban. Podría escapar, de hecho, pero sería una pérdida de tiempo, y francamente, se me ocurren una buena cantidad de cosas que preferiría estar haciendo.
La cara de Umbridge enrojecía más cada vez; lucía como si estuviera llena de agua hirviendo. Fudge se quedó mirando a Dumbledore con una expresión muy tonta en la cara, como si simplemente hubiera quedado aturdido por un repentino golpe y no pudiera creer lo que había pasado. Con un pequeño ahogo, miró alrededor a Kingsley y el hombre de pelo corto, que era el único en el salón que había permanecido en silencio hasta ahora.
Este último le hizo a Fudge un gesto tranquilizador y se adelantó ligeramente, alejándose de la muralla. Harry vio que su mano se dirigía, casi casualmente, hacia su bolsillo.
-No seas estúpido, Dawlish – le dijo Dumbledore, bondadosamente – Estoy seguro que eres un excelente Auror, me 626
parece que lograste sobresaliente en todas tus NEWTs, pero si intentas.......er..... apresarme a la fuerza, tendré que lastimarte El hombre llamado Dawlish parpadeó confundido. Miró hacia Fudge nuevamente, pero esta vez parecía estar esperando una señal de lo que debería hacer.
-Entonces – dijo Fudge con desprecio, recuperándose – tienes la intención de enfrentarte con Dawslish, Shacklebolt, a Dolores y a mi mismo sin ayuda de nadie, ¿es así, Dumbledore?
-Por la barba de Merlín, no – replicó Dumbledore, sonriendo –
No a menos que seas lo suficientemente tonto como para obligarme a hacerlo.