Читаем Solaris полностью

— Sí. Pero no sirvió de nada. Porque yo buscaba en mí, sabes… a ellos… a otra cosa, estaba completamente enloquecida, ¡te lo juro! Durante un tiempo, me pareció que no tenía cuerpo bajo la piel, que algo distinto me habitaba, que tan solo, tan solo era una superficie. Una superficie destinada a engañarte. ¿Entiendes?

— Entiendo.

— Cuando te pasas horas acostado de noche, sin dormir, en ocasiones puedes llegar muy lejos con el pensamiento, y a lugares muy extraños, ¿sabes?

— Lo sé.

— Pero sentía mi corazón; además, recordé que habías analizado mi sangre. ¿Cómo es mi sangre? Dímelo, dime la verdad. Ahora sí puedes.

— Igual que la mía.

— ¿De veras?

— Te lo juro.

— Y eso, ¿qué significa? Después, pensé que había algo oculto en mi interior, que era… que puede ser muy pequeño. Pero no sabía dónde. Creo que, en realidad, solo estaba tratando de excusarme, porque tenía mucho miedo de lo que iba a hacer y buscaba otra salida. Pero, Kris, si mi sangre es igual… si es cierto lo que dices… entonces… No, es imposible. Ya estaría muerta, ¿verdad? Por tanto, hay algo, pero ¿dónde? ¿En la cabeza? Mi manera de pensar es bastante corriente… y no sé nada. Si pensara con ello, debería saberlo todo inmediatamente y, en vez de amarte, solo fingiría, consciente de estar fingiendo… Kris, por favor, dime todo lo que sepas; ¿a lo mejor hay algo que se pueda hacer?

— ¿Y qué crees que se puede hacer?

No dijo nada.

— ¿Quieres morir?

— Creo que sí.

De nuevo, el silencio. Ella se había encogido, mientras yo, de pie, recorría con los ojos el vacío interior de la sala, las blancas placas del equipamiento, los brillantes utensilios esparcidos, en busca de algo muy necesario que no lograba encontrar.

— Harey, ¿puedo decirte algo yo también?

Esperó a que yo prosiguiera.

— Es cierto que no eres del todo como yo. Eso no significa que seas peor. Al contrario. Puedes pensar lo que quieras, pero gracias a esto… no has muerto.

Una sonrisa infantil, penosa, se apoderó de su cara.

— ¿Quiere decir eso que soy… inmortal?

— No lo sé. En cualquier caso eres mucho menos mortal que yo.

— Es terrible — susurró.

— Quizás no tanto como parece.

— Pero no me envidias…

— Harey, es cuestión más bien de tu… destino; lo definiría así. Aquí, en la Estación, tu destino es en realidad igual de oscuro que el mío y que el de cualquiera de nosotros. Los otros tienen pensado seguir adelante con el experimento de Gibarian y todo puede ocurrir.

— O nada.

— O nada. Pero te diré que preferiría que no sucediera nada, no tanto por el miedo (aunque quizás también eso desempeñe un papel importante, no lo sé), sino porque no serviría de nada. De eso estoy completamente seguro.

— ¿No serviría de nada? ¿Y por qué? ¿Se trata del… océano?

Se estremeció.

— Sí. Del Contacto. Creo que, en esencia, es increíblemente sencillo. El Contacto significa un intercambio de experiencias, de términos o, al menos, de resultados, de ciertos estados, pero ¿y si no hay nada que intercambiar? Si un elefante no es una enorme bacteria, un océano no puede, por tanto, ser un cerebro muy grande. Claro que ambas partes pueden, por supuesto, llevar a cabo ciertas acciones. Y la consecuencia de una de esas acciones es que, ahora mismo, te estoy mirando e intento explicarte que para mí vales más que los doce años que he dedicado a Solaris y que quiero seguir estando contigo. Quizás tu aparición pretendiera ser una fuente de tortura, o quizás un favor, o tan solo un análisis microscópico. ¿Muestra de amistad, un golpe astuto o una burla? O todo a la vez, o (lo que me parece más probable) algo completamente distinto; pero ¿qué pueden importarnos, a ti y a mí, las intenciones de nuestros padres, por muy distintos que fueran? Puedes decir que nuestro futuro depende de estas intenciones y estaré de acuerdo contigo. No puedo prever lo que sucederá. Ni tú tampoco. Ni siquiera puedo asegurarte que te querré siempre. Han pasado tantas cosas que todo puede ocurrir. ¿A lo mejor mañana me convierto en una medusa verde? No depende de mí. Pero estaremos juntos en lo que dependa de nosotros. ¿Te parece poco?

— Escucha… — dijo —, hay algo más. ¿Me… me parezco… mucho a ella?

— Antes sí, te parecías — dije —, pero ahora ya no lo sé.

— ¿Cómo?

Se levantó del suelo y me miró con sus enormes ojos.

— La has superado.

— ¿Y estás seguro de que no es a ella, sino a mí a quien quieres? ¿A mí?

— Sí. A ti. No sé. Puede que, si de verdad fueras ella, no podría quererte.

— ¿Por qué?

— Porque hice algo terrible.

— ¿A ella?

— Sí. Cuando estábamos…

— No lo digas.

— ¿Por qué?

— Porque quiero que sepas que yo no soy ella.

<p>CONVERSACIÓN</p>

Al día siguiente, al volver de la comida, me encontré encima de la mesa de la ventana una nota de Snaut. En ella me informaba de que Sartorius se abstenía, de momento, de proseguir sus trabajos sobre el aniquilador, a cambio de llevar a cabo el último intento de radiación del océano con un poderoso haz de rayos X duros.

— Cariño — dije —, tengo que ir a ver a Snaut.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Аччелерандо
Аччелерандо

Сингулярность. Эпоха постгуманизма. Искусственный интеллект превысил возможности человеческого разума. Люди фактически обрели бессмертие, но одновременно биотехнологический прогресс поставил их на грань вымирания. Наноботы копируют себя и развиваются по собственной воле, а контакт с внеземной жизнью неизбежен. Само понятие личности теперь получает совершенно новое значение. В таком мире пытаются выжить разные поколения одного семейного клана. Его основатель когда-то натолкнулся на странный сигнал из далекого космоса и тем самым перевернул всю историю Земли. Его потомки пытаются остановить уничтожение человеческой цивилизации. Ведь что-то разрушает планеты Солнечной системы. Сущность, которая находится за пределами нашего разума и не видит смысла в существовании биологической жизни, какую бы форму та ни приняла.

Чарлз Стросс

Научная Фантастика