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“¡Muchas gracias, Profesora!” dijo el Profesor Flitwick en su pequeña y aguda voz. “Podría haberme desecho yo mismo de los cohetes chispeantes, por supuesto, pero no estaba muy segura si tuviera la autoridad...”

Radiante de alegría, le cerró la puerta del salón en su enojada cara.

Fred y George eran héroes esa noche en la sala común de Gryffindor. Hasta Hermione peleó su camino a través de la emocionada multitud que los rodeaba para felicitarlos.

“Los

fuegos

artificiales

estuvieron

espléndidos,”

dijo

admiradamente.

“Gracias,” dijo George, viéndose sorprendido y satisfecho.

“Petardos Relampagueantes Weasley. Lo único es que usamos todo nuestro dinero, por lo que ahora tendremos que juntarlo otra vez...”

“No obstante valió la pena,” dijo Fred, que tomaba las órdenes de los emocionados Gryffindors. “Si quieres agregar tu nombre a la lista de espera, Hermione, son cinco Galeones por tu paquete Básico de Llamaradas y veinte por su paquete de Lujo de...”

Hermione regresó a la mesa en donde Harry y Ron estaban sentados viendo sus mochilas como esperando que su tarea fuera a salirse y empezar a hacerse sola.

“Oh, ¿porqué no nos tomamos la noche?” dijo brillantemente Hermione, mientras un cohete cola plateada Weasley pasó por la ventana. “Después de todo, las vacaciones de Semana de Pascua empiezan el Viernes, tendremos suficiente tiempo para entonces...”

“¿Te sientes bien?” preguntó Ron, mirándola fijamente sin poder creerlo.

“Ahora que lo mencionas,” dijo felizmente Hermione, “saben...

creo que me siento un poco... rebelde.”

640

Harry aún podía oír las distantes explosiones de los petardos que seguían sueltos cuando él y Ron se fueron a la cama una hora después, y mientras se desvestía, una bengala flotó por la torre, aún deletreando la palabra POO.

Se metió a la cama, bostezando. Sin sus lentes, los ocasionales cohetes que pasaban por la ventana se volvieron borrosos, viéndose como nubes chispeantes, hermosas y misteriosas en contra del oscuro cielo. Se volteó hacia su lado, preguntándose como se estaría sintiendo Umbridge en su primer día en el trabajo de Dumbledore, y como Fudge reaccionaría cuando se enterara que la escuela había pasado la mayor parte del día en un estado de absoluta desorganización... Sonriéndose a él mismo, cerró los ojos...

Todos los sonidos provocados por los fuegos artificiales en los terrenos parecían hacerse más distantes... o a lo mejor él, Harry, estaba simplemente alejándose rápido de ellos...

Había caído justo en el corredor que lo conducía al Departamento de Misterios. Se dirigía rápidamente hacia le plana puerta negra... Deja que se abra... Deja que se abra...

Se abrió. Estaba dentro del cuarto circular rodeado de puertas...

Lo cruzó, puso sus manos en una puerta idéntica, y se abrió hacia adentro...

Ahora estaba en un largo, rectangular cuarto lleno de un cliqueo extraño y mecánico. Había puntos de luz que bailaban en las paredes, pero él no se detuvo a investigar... Tenía que seguir adelante...

Había una puerta al fondo... Esta también se abrió al tocarla...

Ahora estaba en un cuarto poco iluminado tan alto y tan ancho como una iglesia, lleno de nada más que de filas y filas de enormes estantes, cada uno cargado de pequeñas, polvorientas, esferas de cristal hilado... Ahora el corazón de Harry latía rápidamente con emoción... Sabía a donde ir... Corrió hacia delante, pero sus pisadas no hacían ningún ruido en el enorme y desértico cuarto...

Había algo en este cuarto que deseaba muchísimo...

641

Algo que quería... o que alguien más quería...

Su cicatriz le estaba doliendo...

¡BANG! Harry se despertó enseguida, confundido y enojado. El oscuro dormitorio estaba lleno de risas.

“¡Genial!” dijo Seamus, cuya silueta se veía contra la ventana.

“¡Creo que una de esas ruedas giratorias

chocó contra un cohete y parece que se unieron, ven a ver!”

Harry oyó a Ron y a Dean salir de la cama para tener una mejor vista. Él se quedó quieto y en silencio mientras el dolor en su cicatriz desaparecía y la decepción lo llenaba. Sentía como si un maravilloso trato hubiera sido alejado de él en el último momento... Esta vez había estado tan cerca...

Cerditos resplandecientes, con alas rosas y plateadas, pasaban volando por las ventanas de la Torre Gryffindor. Harry se quedó acostado mientras escuchaba el alboroto de otros Gryffindors en los dormitorios de abajo. Su estómago se revolvió cuando se acordó que tenía Occlumency esa tarde...

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Денис Ратманов

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