Entonces Snape debía tener quince o dieciséis, alrededor de la edad de Harry. Su mano estaba volando a través del pergamino; había escrito por lo menos un pie más que sus vecinos más cercanos, y todavía su letra era minúscula y apretada.
“¡Cinco minutos más!”
La voz hizo saltar a Harry; volteándose, vio la parte más alta de la cabeza del Profesor Flitwick moviéndose entre los escritorios a poca distancia de ahí. El Profesor Flitwick pasó a un muchacho con un descuidado pelo negro... muy desordenado pelo negro...
Harry se movió tan rápido que, si hubiera sido sólido, hubiera volteado varios escritorios. En lugar pareció deslizarse, como en sueños, a través de dos mesas y hasta una tercera. La parte posterior de la cabeza del muchacho de pelo negro se acercaba más y más... Se estaba enderezando, dejando su pluma, acercándose su pergamino como para releer lo que había escrito...
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Harry se detuvo enfrente del escritorio y vio asombrado a su padre de quince años de edad.
La emoción explotó en la base de su estómago: era como estarse viendo a él mismo, pero con algunos errores. Los ojos de James eran color avellana, su nariz era un poco más grande que la de Harry, y no había cicatriz en su frente, pero tenían la misma delgada cara, la misma boca, las mismas cejas. El pelo de James se paraba atrás justo como el de Harry, sus manos podrían haber sido las de Harry, y Harry notó cuando James se paró, que estaban a una pulgada de la altura del otro.
James bostezó ampliamente y se desgreñó el pelo, haciéndolo más desordenado que antes. Entonces, con un vistazo hacia el Profesor Flitwick, se dio la vuelta en su asiento y le sonrió a un muchacho que estaba sentado cuatro asientos atrás de él.
Con otro shock de emoción, Harry vio a Sirius darle una señal a James con los pulgares hacia arriba. Sirius estaba haraganeando en su silla calmado, recargándola en dos patas. Era muy bien parecido; su pelo negro caía en sus ojos con cierta elegancia que ni James ni Harry hubieran podido nunca obtener, y una chica sentada atrás de él lo veía de reojo esperanzadamente, a pesar de que parecía que él no se había dado cuenta. Y a dos asientos de esta niña — el estómago de Harry se volvió a retorcer agradablemente — estaba Remus Lupin. Se veía muy pálido y delgado (¿se estaría acercando la luna llena?) y estaba metido en el examen: Mientras releía sus respuestas se rascaba la barbilla con la punta de su pluma, frunciéndose ligeramente.
Eso significaba que Cola Gusano debía de estar en algún lugar por ahí también... y justamente, Harry lo localizo en uno segundos: un pequeño chico con pelo de ratón con una nariz puntiaguda. Cola Gusano se veía ansioso; se estaba mordiendo las uñas, viendo su papel, golpeando el suelo con sus tobillos.
Cada rato volteaba esperanzadamente al examen de su vecino.
Harry se le quedó viendo a Cola Gusano por un momento, luego de regreso a James, que estaba garabateando en un pedazo de 648
pergamino. Había dibujado una Snitch y ahora estaba trazando las letras L.E. ¿Qué significaban?
“¡Plumas abajo, por favor!” chilló el Profesor Flitwick. “¡Eso significa que tu también, Stebbins! ¡Por favor permanezcan sentados mientras yo recojo sus pergaminos! ¡Accio!”
Más de cien rollos de pergamino salieron volando a los brazos abiertos del Profesor Flitwick, tirándolo al suelo. Muchas personas se rieron. Un par de estudiantes del frente se pararon, agarraron al Profesor Flitwick debajo de los codos, y lo levantaron otra vez.
“Gracias... gracias,” suspiró el Profesor Flitwick. “¡Muy bien, todos, ya se pueden ir!”
Harry miró a su padre, que apresuradamente cubrió las iniciales L.E. que había estado adornando, se puso de pie, metió su pluma y la pregunta del examen en su mochila, que se colgó en la espalda, y se quedó esperando a que Sirius se juntara.
Harry volteó alrededor y vio de reojo a Snape a una corta distancia, moviéndose entre las mesas hacia las puertas del atrio de la entrada, aún metido en su examen. De hombros redondos aunque angular, caminó de una manera que recordaba a una araña, su aceitoso pelo columpiándose en su cara.
Un grupo de niñas platicadoras, separó a Snape de James y de Sirius, y plantándose en medio de este grupo, Harry pudo seguir viendo a Snape mientras sus oídos trataban de cachar las voces de James y de sus amigos.
“¿Te gustó la pregunta diez, Lunático?” preguntó Sirius mientras salían al atrio de la entrada.
“Me encantó,” dijo Lupin enérgicamente. “ ’Mencione cinco signos que identifican a un hombre lobo.’ Excelente pregunta.”
“¿Crees que tú tengas todos los signos?” dijo James en un tono de preocupación.