Читаем En el primer cí­rculo полностью

Pero Nerzhin olvidaba que —no, no lo olvidó, no lo entendió, como todos dejaban de hacerlo—, que las personas que suelen caminar por la tierra rasa y gris no pueden elevarse de golpe a las cimas heladas de las montañas. No entendió que su mujer aun ahora continuaba como al principio contando metódicamente los días y semanas de su término y condena. Para él su término era una clara y fría infinitud y para ella, era 264 semanas, 61 meses, algo más de cinco años los que faltaban, mucho menos tiempo del ya pasado, porque había ido a la guerra y no había vuelto a casa desde entonces, aunque la guerra era otra cosa...

Cuando Nerzhin habló, el miedo del rostro de Nadya se tornó horror.

—No, no, — gritó—. No digas eso, querido. (Se había olvidado del guardia y no estaba ya avergonzada de mostrar sus sentimientos).

—.¡No me quites mis esperanzas! No quiero creerte. No puede ser. ¿O crees acaso que realmente voy a dejarte?

Su labio superior temblaba, su cara estaba distorsionada y sus ojos expresaban lealtad, sólo lealtad.

—Te creo, Nadushenka, te creo —dijo él con voz cambiada—. Lo comprendo.

Ella cayó en silencio y se echó atrás en su sillón.

En la puerta abierta de la sala apareció el teniente coronel, oscuro, elegante, mirando vigilantemente las tres personas que habían estado reunidas allí. En voz baja llamó al guardia.

El gángster retirado, de mala gana, como si lo hubieran privado del postre, se dirigió hacia el superior que lo llamaba. Cuatro pasos detrás de la espalda de la muchacha, intercambiaron un par de palabras solamente, pero cuando lo hicieron. Nerzhin, bajando su voz, se arregló para preguntar: —¿Conoces a la mujer de Sologdin?

Adiestrada en esa conversación apurada Nadya atinó a responder:

—Sí.

—¿Y dónde vive?

—Sí.

—No le permiten ninguna visita. Dile que...

El gángster se volvía ya.

—...que la quiere, la cree, y espera —pronunció Gleb con claridad.

Nadya repitió: —La quiere, la cree, y espera—. Miró insistentemente a su esposo. Lo había estudiado por años, pero de algún modo, ahora, lo veía en un nuevo aspecto.

—Te queda bien —le dijo tristemente.

—¿Qué me queda bien?

—Todo aquí. Todo esto. Estar aquí —dijo ella aclarando su significado con inflexiones en su voz para que el guardia no pudiese entender.

Pero el nuevo halo de Nerzhin no los acercó.

Nadya también estaba posponiendo todo lo que estaba escuchando; así lo podía analizar y pensar después. No sabía lo que habría de emerger de todo esto, pero su corazón pensó en él, preocupado por la debilidad, la enfermedad, los pedidos de ayuda, los llamados, de una mujer que no podía visitar a su marido; y Nadya comprendió que podría esperar otros diez años y acompañarlo enamorada hasta la fatiga.

Pero él estaba sonriendo con la misma autoconfianza que había tenido en Krasnaya Presnya. Siempre había sido autosuficiente. Nunca necesitaba la simpatía de nadie. Incluso podía sentirse confortablemente sentado en esa silla incómoda. Parecía estar mirando alrededor de la pieza con satisfacción, tomando material para sus pensamientos y futuros recuerdos. Parecía estar muy saludable y sus ojos chispeaban. ¿Necesitaba en realidad de la lealtad de una mujer?

Pero Nadya no había tenido tiempo de pensar todo eso aún.

Nerzhin no adivinó qué pensamientos la estaban asaltando.

—Se acabó —dijo Klimentiev reapareciendo.

—¿Ya? — Nadya preguntó sorprendida.

Nerzhin se apresuró tratando de recordar en la lista mental las cosas más importantes que aún faltaban.

—No te sorprendas si me mandan lejos de aquí y si mis cartas no te llegan.

—¿Pueden hacerte eso? ¿Adonde? — gritó Nadya. ¡Tan importante noticia y se la decía recién ahora!

—Sólo Dios lo sabe —decía Gleb alzando sus hombros significativamente.

—¡No me digas que has comenzado a creer en Dios!

No habían hablado de nada.

El sonrió: —Pascal, Newton, Einstein.

—Se le ha dicho de no nombrar a nadie —ladró el guardia—; y basta de hablar ya.

Los dos se levantaron juntos y ahora cuando no había ya peligro de perder la visita, Gleb abrazó y besó a Nadya a través de la mesita, volvió a besarla en su mejilla y en sus labios suaves que había olvidado ya completamente. No tenía esperanzas de permanecer en Moscú un año más como para poder besarla de nuevo. Su voz tembló de ternura:

—En todo haz lo que sea mejor para ti y yo... —no pudo concluir.

Se miraron en los ojos ambos.

—¿Qué es esto? — graznó el guardia y arrancó a Nerzhin hacia atrás tomándolo por los hombros—: su visita queda cancelada.

Nerzhin lo separó: —Haga como quiera, cancélela y váyase al infierno, — rugió con todo su aliento.

Nadya retrocedió hacia la puerta y con los dedos de su mano sin anillos saludó a su esposo dándole el adiós.

Luego desapareció a través de la puerta.

OTRA VISITA

Gerasimovich y su esposa se besaron.

Gerasimovich era bajo, no más alto que su mujer.

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"При самом близоруком прочтении "Аламута", - пишет переводчик Майкл Биггинс в своем послесловии к этому изданию, - могут укрепиться некоторые стереотипные представления о Ближнем Востоке как об исключительном доме фанатиков и беспрекословных фундаменталистов... Но внимательные читатели должны уходить от "Аламута" совсем с другим ощущением".   Публикуя эту книгу, мы стремимся разрушить ненавистные стереотипы, а не укрепить их. Что мы отмечаем в "Аламуте", так это то, как автор показывает, что любой идеологией может манипулировать харизматичный лидер и превращать индивидуальные убеждения в фанатизм. Аламут можно рассматривать как аргумент против систем верований, которые лишают человека способности действовать и мыслить нравственно. Основные выводы из истории Хасана ибн Саббаха заключаются не в том, что ислам или религия по своей сути предрасполагают к терроризму, а в том, что любая идеология, будь то религиозная, националистическая или иная, может быть использована в драматических и опасных целях. Действительно, "Аламут" был написан в ответ на европейский политический климат 1938 года, когда на континенте набирали силу тоталитарные силы.   Мы надеемся, что мысли, убеждения и мотивы этих персонажей не воспринимаются как представление ислама или как доказательство того, что ислам потворствует насилию или террористам-самоубийцам. Доктрины, представленные в этой книге, включая высший девиз исмаилитов "Ничто не истинно, все дозволено", не соответствуют убеждениям большинства мусульман на протяжении веков, а скорее относительно небольшой секты.   Именно в таком духе мы предлагаем вам наше издание этой книги. Мы надеемся, что вы прочтете и оцените ее по достоинству.    

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