Читаем Círculo de espadas полностью

—Haré algunas comprobaciones, pero no creo que eso represente asumir ninguna responsabilidad. Se considerará de buena educación que le prestes cierta atención a la criatura. Que la mires con amabilidad, que de vez en cuando le des un consejo. Pero más que nada es un cumplido hacia ti y un intento de crear un vínculo entre tú y su familia… No un vínculo fuerte, nada que te ate. Pero sí algo concreto. Ésta es una noticia muy interesante. Si no te importa, tengo ganas de pasearme.

—Adelante —respondió Anna y se acomodó en una silla.

Nick se paseó por la habitación.

—Debo decirte que uno de los problemas de no tener casi nada es que cuando intento pensar no tengo en qué ocupar las manos. Por otra parte, hacer las maletas me lleva medio ikun. Cada vez que Gwarha se muda es como montar una escenografía —se apoyó contra una pared y se cruzó de brazos. Guardó uno o dos minutos de silencio con la vista fija en la distancia.

Finalmente volvió a mirarla.

—Los Tsai Ama y los Ama Tsai y los Harag han decidido que es una buena idea empezar a acercarse a los humanos, y sobre todo, al parecer, a la única mujer disponible. Realmente no me lo esperaba. Deben de haber empezado a pensar así desde que el Tejido decidió que somos personas. Yo estoy atado a Ettin, como todo el mundo sabe. No hay manera de que pueda actuar por mi cuenta. Pero tu caso es diferente. Por lo que ellos saben, tú eres independiente y evidentemente importante: la única mujer del equipo negociador de los humanos. Si analizamos la situación desde el punto de vista de una mujer hwarhath… entonces, Anna, tú deberías ser la reina de la Tierra. —Parecía realmente contento.

Anna empezaba a ponerse nerviosa.

—¿Harag es amiga de Tsai Ama?

—No especialmente. Ambas son… ¿cómo podría decirlo? Son linajes de importancia menor que buscan una forma de ser más importantes. Podrían trabajar juntos si encontraran un buen motivo para hacerlo.

—Indil me previno acerca de la mujer de Harag.

—Aja. —Nick volvió a fijar la vista en la distancia. Enseguida sonrió—. Están compitiendo por ti. Creo que debería ser posible llegar a un acuerdo con ambas. Estoy tratando de ver cómo podríamos servirnos de esto para resolver tu problema.

—¿Con el servicio de información militar? —preguntó Anna.

Nick asintió.

—Gwarha y yo hemos estado hablando de eso. Pensamos que la solución es la inmunidad diplomática.

—No voy a cambiar de bando —insistió Anna.

Él sacudió la cabeza.

—No estoy sugiriendo eso. ¿Qué te parecería ser embajadora?

—¿Qué?

Nick levantó una mano.

—Estoy exagerando. No creo que podamos convencer a la Confederación de que te nombre embajadora. Tal vez, enviada especial. Dijiste que querías ser el segundo ser humano que visitara el planeta nativo. Ahora tienes una invitación. Y lo más probable es que tengas dos. Se celebrará una ceremonia para darle nombre a la criatura. Supongo que te invitarán.

—¿Y cuándo volveré a casa?

—Cuando seas tan importante que nadie pueda tocarte. Ni siquiera esos idiotas del servicio de información van a utilizar drogas para descontextualizar a una diplomática de alto nivel. —Sonrió irónicamente—. Descontextualizar. ¡Qué palabra tan espantosa! ¿Cómo pude trabajar para una gente que usaba un lenguaje como éste?

Ella frunció el ceño; sentía que estaban sucediendo demasiadas cosas a demasiada velocidad.

—Anna, lo que te estoy ofreciendo… lo que el Pueblo te está ofreciendo… es una oportunidad de investigar por la que muchos harían cualquier cosa; y, además, dinero. La Confederación tendrá que soltar un salario decente. Si no lo hacen, el Tejido tendrá que encargarse de ello. Te sorprendería saber lo rica que puede ser una sociedad si se administra adecuadamente. No tendrás que preocuparte por las subvenciones. No tendrás que preocuparte de que tus artículos sean rechazados por estúpidos periódicos eruditos —le dedicó una sonrisa—. Lo único que tendrás que hacer es transmitir los tediosos mensajes que la Confederación quiera comunicar al Tejido.

—Nunca he querido ser diplomática.

La puerta que daba al pasillo se abrió y entró Ettin Gwarha, vestido de guerrero espacial.

—Miembro —dijo mientras cerraba la puerta; luego miró a Nick, que habló rápidamente en la lengua hwarhath. El general escuchó con la notable y atenta actitud paciente de los hwarhath. Finalmente Nick guardó silencio.

—Anna es un buen nombre —dijo Ettin Gwarha—. Ha llegado a gustarme, aunque tiene un final inadecuado para nombre de mujer en los idiomas que conozco; y la mujer de Harag es una amiga valiosa; y además, miembro Pérez, creo que usted será una buena enviada.

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