Hablaba con más cuidado que habitualmente, más despacio y con pedante precisión. Mientras, hacía girar una y otra vez el estilete de metal entre sus manos, delgadas y peludas.
—Mis tías se asegurarán de que envían aquí a otras mujeres para hablar con usted. Lo más probable es que el Tejido envíe a algunas personas para hacerle preguntas sobre la humanidad. Si el Tejido va a decidir qué son los humanos, tendrá que reunir información. Estas mujeres le proporcionarán un motivo para permanecer en el espacio
»Pero por favor sea cuidadosa. No estoy seguro de poder explicarle lo peligrosa que es esta situación para Nicky, para mí y para mis tías. Si tiene algún problema o alguna duda, llámeme. Hai Atala Vaihar es absolutamente de fiar, y Eh Matsehar es un buen amigo de Nicky; nadie ha puesto en duda jamás la integridad de la mujer de Tsai Ama. Pero no quiero que ninguna de ellas sepa lo que ha sucedido.
»Eso es todo lo que tengo planeado, miembro Pérez. Usted hablará con las mujeres que vengan aquí. Yo continuaré con las negociaciones. Esperemos que todo salga bien en el centro, y que nadie descubra lo ocurrido. —Dejó el estilete y volvió a cruzar las manos y a mirarla a los ojos. No bromeaba. Era un
»Me siento como si me hubieran probado como héroe de una de las obras antiguas y hubiera fracasado. No pude permitir que Nicky fuese destruido.
—¿Qué tendría que haber hecho? —preguntó Anna.
—Decirle que se suicidara o entregarlo. Cualquiera de las dos cosas habría sido aceptable, aunque la primera habría perjudicado menos mi carrera, por supuesto siempre y cuando nadie hubiera descubierto el motivo de su suicidio.
Ella sacudió la cabeza.
—No. Yo también soy un problema. Jamás habría llegado a un acuerdo con usted si no hubiera sido para salvar a Nicky. La complejidad del lío en el que se ha metido es bastante increíble, Primer Defensor. No veo ninguna salida que deje intacto el honor.
—Parece que eso le divierte. ¿Es así? ¿O lo que percibo es ira?
—No suelo utilizar conceptos como el honor personal. Creo que cuando la gente empieza a hablar de su integridad personal lo que intenta hacer es desviar la atención de su falta de compasión o de decencia humana. —Hizo una breve pausa y reflexionó—. Y de su falta de fe en cualquier clase de sistema moral o político que diga que la comunidad es importante y que los demás cuentan. Esto es sólo mi opinión, y está limitada por lo que sé. En el lugar de donde vengo, los que hablan de honor suelen ser imbéciles de derechas.
—Eso es interesante —dijo Gwarha al cabo de un instante—. Tal vez eso explica algo acerca de la humanidad.
—Tenemos muchos imbéciles de derechas —añadió Anna—. Y al menos algunos que comprenderían su preocupación por el honor. No crea que todos son como yo.
Él guardó silencio y observó el tapiz que colgaba de la pared opuesta: la hoguera y el círculo de espadas.
—Hay algo más que me preocupa —dijo ella finalmente.
—¿Sí?
—No me gusta la idea de que la humanidad sea juzgada en su ausencia.
—No comprendo.
—El Tejido va a decidir si somos o no somos personas. Pero nosotros no lo sabemos. No tendremos ocasión de defendernos. Eso no está bien.
—¡Ah! Ahora habla de lo que está bien, después de decirme que no cree en el honor.
—Creo en la justicia, al menos a veces; y sin duda creo en las personas que tienen voz y voto.
—Usted quiere que el Tejido comunique a su gobierno lo que está ocurriendo. Quiere que la Confederación pueda presentar un alegato a favor de la humanidad.
—Sí.
Ettin Gwarha suspiró.
—Se lo preguntaré a mis tías. No estoy seguro de que sea posible, miembro. Para explicar a su gente cuál es el problema, tendríamos que explicarle lo que intentamos mantener en secreto. Recuerde que Nick estará en el planeta nativo, y el Tejido enviará gente aquí para que hable con usted, y tenemos algunos humanos prisioneros. La humanidad no carecerá completamente de representación.
—No estoy segura de querer asumir esa clase de responsabilidad —advirtió Anna.
—¿Le parece que un grupo de políticos humanos puede hacer un trabajo mejor que el que harían usted y Nicky?
—No he dicho eso. Digo que no quiero asumir esa responsabilidad.
—Tal vez tenga que aceptarla. —Se irguió y empezó a ponerse de pie. Levantó la mano en un ademán que significaba claramente «basta»—. Por favor, espere aquí. —Se acercó a la puerta; ésta se abrió y él se marchó.