Читаем Solaris полностью

—¡Para! — chillé, apretando el puño. Me estaba mirando con los ojos entornados, llenos de una burla indulgente.

— ¿Soy yo quien tiene que parar? Creo que es mejor que dejemos esta conversación. Será mejor que hagas otra cosa, como por ejemplo, fustigar el océano en señal de venganza. ¿Qué pensabas? Entonces, en caso de… — hizo un pícaro gesto de despedida, alzando los ojos hacia el techo, como si estuviera siguiendo una silueta cada vez más lejana —, ¿significará que eres un canalla? En caso contrario, ¿no lo serás? ¿No eres un canalla cuando sonríes, mientras lo que tienes son ganas de llorar? ¿O finges alegría y tranquilidad cuando te gustaría morderte los puños? ¿Qué ocurre si aquí es imposible no serlo? ¿Qué ocurrirá entonces? Te volverás loco delante de Snaut, que es el culpable de todo, ¿verdad? En tal caso, serás además un idiota, querido mío…

— Estás hablando de ti — dije con la cabeza gacha —. Yo… la quiero.

— ¿A quién? ¿A tu recuerdo?

— No, a ella. Te dije lo que pretendía hacer. Muchos seres humanos de verdad no actuarían así.

— Tú mismo lo reconoces, diciendo que…

— No seas quisquilloso.

— Está bien. Entonces, ella te quiere. Y tú quieres amarla. No es lo mismo.

— Estás equivocado.

— Kelvin, lo siento, pero tú mismo has penetrado en esa parcela íntima. No la quieres. La quieres. Ella está dispuesta a entregarte su vida. Tú también. Es muy conmovedor, muy bonito, te honra, lo que tú digas. Sin embargo, aquí no hay lugar para todo eso. No hay espacio. ¿Lo entiendes? No, tú no quieres entenderlo. Estás involucrado, por culpa de unas fuerzas que no controlamos, en un proceso circular del que ella forma parte. Del que es una fase. Un ritmo recurrente. Si ella fuera… Si un monstruo, dispuesto a hacerlo todo por ti, te persiguiera, no dudarías ni por un instante en eliminarlo, ¿no es cierto?

— Es cierto.

— Entonces, tal vez esa sea la razón de que ella no sea tan monstruosa. ¿Te ata eso las manos? Porque se trata precisamente de eso, ¡de que tengas las manos atadas!

— Es otra hipótesis más a añadir al millón reunido en nuestra biblioteca. Snaut, déjalo, ella es… no. No quiero seguir hablando contigo.

— Está bien. Pero fuiste tú quien empezó. Pero ten en cuenta que ella es, en realidad, un mero espejo en el que se refleja una parte de tu cerebro. Si es maravillosa es porque tu recuerdo era maravilloso. Tú has facilitado la receta. No olvides de que se trata de un proceso circular.

— ¿Qué quieres de mí? Que la… ¿que la liquide? Ya te lo he preguntado, ¿por qué habría de hacerlo? No me has contestado.

— Te contestaré ahora. Yo no te he invitado para tener esta conversación. No me he metido en tus asuntos. Ni te ordeno ni te prohíbo nada, y no lo haría aunque pudiera. Eres tú quien ha venido aquí y lo ha expuesto todo, ¿sabes por qué? ¿No? Para quitártelo de encima. Para liberarte. Conozco esa sensación de peso, querido. Sí, sí, ¡no me interrumpas! Yo no me interpongo en nada de lo que te concierne, pero tú sí quieres que lo haga. Si me plantara en tu camino, quizás me rompieras la cabeza; en ese caso, te las tendrías que ver conmigo y tratarías con alguien hecho de la misma sangre y el mismo barro, y entonces te sentirías como un ser humano. En cambio, ahora… No puedes afrontarlo y por eso estás aquí, hablando conmigo… y, en realidad, contigo mismo. Solo te falta decir que sufrirías si ella desapareciese de repente; no, mejor no digas nada.

—¡De qué hablas! He venido a contarte, por pura lealtad, que tengo la intención de abandonar la Estación con ella. — Estaba encarando su ataque, pero me sonó muy poco convincente. Snaut se encogió de hombros.

— Es muy posible que tengas que mantenerte firme. Si he tomado partido en este asunto, es únicamente porque no paras de escalar, y ya sabes: la caída desde una gran altura… Sube mañana sobre la nueve al laboratorio de Sartorius. ¿Vendrás?

— ¿Al laboratorio de Sartorius? — me sorprendí —. ¿No decías que no deja pasar a nadie? No se le puede ni telefonear.

— De algún modo lo ha solucionado. Nosotros no hablamos de ello, ¿sabes? Bueno, da igual. ¿Acudirás por la mañana?

— Sí, iré —murmuré. Miré a Snaut. Su mano izquierda se escondía disimuladamente tras la puerta del armario. ¿En qué momento la había entornado? Debía de llevar así bastante tiempo, pero, excitado por aquella horrible conversación, no me había fijado. Parecía muy poco natural… Como si… estuviera ocultando algo. O como si alguien le estuviera cogiendo de la mano en todo momento. Me lamí los labios.

— Snaut, ¿qué…?

— Sal — dijo en voz baja, con mucha calma —. Sal.

Salí cerrando la puerta, acompañado por los últimos rayos rojos. Harey estaba sentada en el suelo, unos diez pasos más adelante, pegada a la pared. Se levantó de un salto al verme.

— ¿Lo ves? — dijo, mirándome con los ojos brillantes —. Ha funcionado, Kris… Estoy tan contenta. Puede… puede que cada vez vaya a mejor…

Перейти на страницу:

Похожие книги

Аччелерандо
Аччелерандо

Сингулярность. Эпоха постгуманизма. Искусственный интеллект превысил возможности человеческого разума. Люди фактически обрели бессмертие, но одновременно биотехнологический прогресс поставил их на грань вымирания. Наноботы копируют себя и развиваются по собственной воле, а контакт с внеземной жизнью неизбежен. Само понятие личности теперь получает совершенно новое значение. В таком мире пытаются выжить разные поколения одного семейного клана. Его основатель когда-то натолкнулся на странный сигнал из далекого космоса и тем самым перевернул всю историю Земли. Его потомки пытаются остановить уничтожение человеческой цивилизации. Ведь что-то разрушает планеты Солнечной системы. Сущность, которая находится за пределами нашего разума и не видит смысла в существовании биологической жизни, какую бы форму та ни приняла.

Чарлз Стросс

Научная Фантастика