Harry meció su bolsa sobre su hombro y salió corriendo del cuarto, no atreviéndose a mirar a la profesora Umbridge. Podía oírla a ella y a la profesora McGonagall que seguían gritándose cuando dobló el pasillo.
La profesora Umbridge todavía respiraba como si ella acabara de terminar una gran carrera cuando entró de una zancada en su clase de Defensa contra las Artes Oscuras esa tarde.
-Espero que hayas cambiado de opinión acerca de lo que planeabas hacer, Harry, -murmuro Hermione en el momento que habían abierto sus libros por el capitulo treinta y uno, Cero-venganza y Negociacion. -Umbridge está de un humor realmente malo hoy…-
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De vez en cuando Umbridge dirigía una mirada ceñuda hacia Harry, quien mantenía su cabeza agachada, clavando los ojos en el libro de Teoría de Defensiva Mágica, sin concentrar la mirada, pensando...
Podía imaginar la reacción de la Profesora McGonagall si lo pillaban traspasando ilegalmente la oficina de la Profesora Umbridge a las pocas horas después de que ella lo hubiese defendido... Nada le impediría a él si simplemente volvía a la Torre de Gryffindor y esperaba algún tiempo durante los días de fiesta del próximo verano, tendría oportunidad para preguntar a Sirius por la escena que presenció en el Pensadero... Ninguna cosa le hacía sentir tan mal como el pensar en el fin de curso y esa sensación cayó en su estómago... Pero también estaba el asunto de Fred y George, que ya habían planeado desviar la atención, sin mencionar el cuchillo que Sirius le había dado, que ahora estaba en su cartera junto con la vieja capa de invisibilidad de su padre.
Pero el hecho seguía siendo ese, si lo cogían...
-¡Dumbledore se sacrifico por ti, para que siguieras en la escuela, Harry!- susurró Hermione, levantando el libro para ocultar su rostro de Umbrigde. -Y si haces que te echen hoy, todo eso habra sido en vano.-
El podría abandonar el plan, y simplemente seguir viviendo con el recuerdo de lo que había hecho su padre un día de verano, hacia mas de veinte años, y entonces recordó a Sirius, en el fuego escaleras arriba en su sala común -Eres menos parecido a tu padre de lo que yo pensaba... el riesgo era algo divertido para James...-
¿Pero seguía deseando ser como su padre?
-Harry, no lo hagas, por favor no lo hagas…- Hermione le decía a Harry con voz angustiosa, cuando sonó la campana al final de la clase.
El no contestó, no sabia que iba a hacer.
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Ron parecía determinado a no dar, ni su opinión, ni su consejo, no podía mirar a Harry, aun cuando Hermione abrió la boca para tratar un poco mas de disuadir a Harry. Solo dijo en voz baja:
– ¡Dale un descanso, ¿vale? El puede tomar sus propias decisiones.-
El corazón de Harry latía muy fuerte cuando salio del salón de clases, estaba a la mitad del largo corredor cuando escucho los inequívocos sonidos de diversión un poco apagados por la distancia, habían gritos y exclamaciones que provenían de alguna parte encima de ellos. La gente alrededor de Harry que salía de clases se paraban en seco y miraban hacia el techo, temerosos.
Umbrigde salio de su salón de clases tan rápido como se lo permitían sus cortas piernas, sacando su varita, y se apresuro en dirección contraria,
Era ahora o nunca.
-Harry por favor.- Imploró Hermione débilmente Pero el había tomado una decisión, enganchando su mochila mas segura en su hombro se hecho a correr, zigzagueando entre los estudiantes que ahora se apresuraban en dirección contraria para ver que era todo ese alboroto alrededor del ala oriental.
Harry alcanzo el pasillo de la oficina de Umbrigde, estaba desierto, ocultándose apresuradamente detrás de una armadura que crujió al voltear a mirarlo, abrió de un tirón su mochila, tomo el cuchillo que Sirius le había regalado y la capa de invisibilidad, y se arrastro lenta y cuidadosamente detrás de la armadura y a lo largo del corredor, hasta que alcanzo la puerta de Umbrigde.
Inserto la hoja del cuchillo mágico, el la grieta al rededor de la puerta, y la movió suavemente hacia arriba y hacia abajo, después la retiró, hubo un leve click y la puerta se abrió, se zambullo dentro de la oficina y cerro la puerta rápidamente detrás de el y miro alrededor, nada se movía, excepto los horribles gatitos que seguían divirtiéndose en las repisas sobre las escobas confiscadas.
Harry se quito la capa y caminó a grandes pasos hacia la chimenea, encontró lo que buscaba en pocos segundos, una caja 674