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Cuando las maldiciones llegaron atravesando velozmente el espacio intermedio, Hagrid hizo un viraje y zigzagueó. Harry sab´ıa que Hagrid no se atrev´ıa a utilizar el botón de fuego de dragón de nuevo, con Harry tan inseguramente sentado. Harry envió un Encantamiento Desmaniun tras otro hacia sus perseguidores, apenas conteniéndoles. Lanzó otra maldición contenedora hacia ellos. El mortifago más cercano viró para evitarla y se le resbaló la capucha, y a la luz roja de su siguiente Encantamiento Aturdidor, Harry vio la cara CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS

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extra˜namente en blanco de Stanley Shunpike... Stan. “¡Expelliarmus! ” gritó Harry.

“¡Es él, es él, es el auténtico!”

El grito del mortifago encapuchado alcanzó a Harry incluso por encima del tronar del motor de la motocicleta. Al momento siguiente, ambos perseguidores se hab´ıan quedado atrás y desaparecido de la vista.

“¿Harry, qué ha pasado?” gritó Hagrid. “¿dónde han ido?”

“¡No lo sé!”

Pero Harry ten´ıa miedo. El mortifago encapuchado hab´ıa gritado ”¡Es el auténtico!”,

¿cómo lo hab´ıa sabido? Miró alrededor hacia la oscuridad aparentemente vac´ıa y sintió la amenaza. ¿Dónde estaban?

Se dio la vuelta en el asiento para mirar hacia adelante y tensó el apretón sobre la espalda de la chaqueta de Hagrid.

“¡Hagrid, haz de nuevo la cosa esa del fuego de dragon, salgamos de aqu´ı!”

“¡Entonces agárrate fuerte, Harry!”

De nuevo el rugido repentino y estridente y el fuego blanco azulado salió disparado del tubo de escape. Hagrid fue lanzado hacia atrás sobre él, apenas manteniendo su agarre sobre el manillar.

“Creo que los hemos perdido, Harry, ¡creo que lo hemos conseguido!” gritó Hagrid.

Pero Harry no estaba convencido. El miedo le asaltó mientras miraba a derecha e izquierda buscando a los perseguidores que estaba seguro que vendr´ıan... ¿Por qué se hab´ıan quedado atrás? Uno de ellos todav´ıa ten´ıa una varita... Es él... es el auténtico...

Lo hab´ıan dicho justo después de que hubiera intentando desarmar a Stan...

“¡Ya casi estamos, Harry, casi lo hemos conseguido!” gritó Hagrid.

Harry sintió la moto descender un poco, aunque las luces del suelo todav´ıa parec´ıan estrellas distantes.

Entonces la cicatriz de su frente ardió como fuego, mientras un mortifago aparec´ıa a cada lado de la moto, dos Maldiciones Imperdonables fallaron a Harry por mil´ımetros, lanzadas desde atrás.

Y entonces Harry le vio. Voldemort estaba volando como humo en el viento, sin escoba o thestral que le sujetara, su cara de serpiente brillaba en la oscuridad, sus dedos alzaron de nuevo su varita...

Hagrid dejó escapar un bramido de miedo y dirigió la motocicleta a un picado vertical.

Aferrándose por su propia vida, Harry lanzaba Encantamientos Aturdidores al azar en la vertiginosa noche. Vio a un chico pasar volando junto a él y supo que hab´ıa sido alcanzado por uno de ellos, pero después oyó un golpe y vio chispas en el motor; la moto atravesaba el aire girando en espiral, completamente fuera de control.

Destellos de luz pasaron de nuevo junto a ellos. Harry no ten´ıa ni idea de qué era arriba y qué abajo. Su cicatriz todav´ıa ard´ıa, esperaba morir en cualquier momento. Una figura encapuchada sobre una escopa estaba a cent´ımetros de él, le vio alzar un brazo.

“¡NO¡”

Con un grito de furia Hagrid se lanzó fuera de la moto hacia el motifago; para su horror, Harry voy como ambos ca´ıan perdiéndose de vista, su peso combinado era demasiado para la escoba.

CAPÍTULO 4. LOS SIETE POTTERS

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A duras penas aferrándose con las rodillas a la moto que ca´ıa en picado, Harry oyó a Voldemort gritar. “¡Es m´ıo! ”

Se hab´ıa acabado. No pod´ıa ver donde estaba Voldemort; vislumbró a otro mortifago apartándose y oyó. “Avada...”

Cuando el dolor de la cicatriz de Harry le obligó a cerrar los ojos, su varita actuó por su propia cuenta. La sintió arrastrar su mano como un gran iman, vio un fogonazo de fuego dorado a través de los párpados entrecerrados, oyó un crujido y un grito de furia. El mortifago que quedaba chilló; Voldemort gritó, “¡NO! ” De algún modo, Harry encontró su nariz a un centimetro del botón de fuego de dragón. Lo apretó con la mano libre de la varita y la moto disparó más llamas al aire, cayendo directamente hacia el suelo.

“¡Hagrid!” llamó Harry, sujetándose a la moto por su vida. “Hagrid... ¡Accio Hagrid! ”

La moto aceleró, succionada hacia el suelo. Con la cara al nivel del manillar, Harry no pod´ıa ver nada excepto las lejanas luces acercándose más y más. Iba a estrellarse y no hab´ıa nada que pudiera hacer al respecto. Tras él llegó otro grito. “¡Tu varita, Selwyn, dáme tu varita! ”

Sintió a Voldemort antes de verle. Mirando de reojo, encontró la mirada de los ojos rojos y estuvo seguro de que ser´ıan la última cosa que ver´ıa: Voldemort preparándose para maldecirle una vez más.

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Денис Ратманов

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