Dumbledore y Harry lo siguieron tras un camino estrecho y sucio bordeado por setos vivos más altos y más agrestes que los que habían dejado atrás. El camino era más encorvado y rocoso, inclinándose cuesta abajo finalmente, y parecía dirigirse a un grupo de árboles oscuros uno poco más lejanos. Seguramente, el camino pronto se abriría.
Al llegar al bosquecillo, Dumbledore y Harry se pararon detrás de Ogden, que se había detenido y sacado su varita.
A pesar del cielo despejado, los árboles viejos de adelante lanzaban profundas sombras que parecían producir calma, y tuvieron que pasar algunos segundos antes de que los ojos de Harry percibiesen el edificio semioculto en medio del enredo de troncos. Le pareció un lugar muy extraño para edificar una casa, o sino una decisión extraña dejar que los árboles creciendo cerca, bloqueando toda luz y la vista del valle de abajo. Harry se preguntó si estaba habitada. Sus paredes eran musgosas y muchas tejas se habían caído del techo dejando a la vista los cabríos. Las ortigas habían crecido alrededor, alcanzando las ventanas, las cuales eran diminutas y gruesas, con mucha mugre. Tal como había pensado, creía que nadie podría vivir allí, sin embargo, una de las ventanas se abrió con un estrépito, y un chorrito delgado de vapor o humo fue expedido, como si alguien estuviera cocinando.
Ogden se adelantó y a Harry le pareció que lo hacía de manera cautelosa. Cuando las sombras que producían los árboles se deslizaron sobre él, se detuvo otra vez, clavando los ojos en la puerta principal, donde alguien había clavado una serpiente muerta.
Entonces hubo un susurro y una sacudida, y un hombre con la ropa hecha jirones se cayó del árbol más próximo, aterrizando en los pies delante de Ogden, quien brincó atrás tan rápido que pisó la cola de su levita y tropezó.
‘Usted no es bienvenido.’
El hombre se levantó ante ellos y tenía el pelo grueso y tan manchado con suciedad que pudo haber sido de cualquier color. Le faltaban varios dientes. Sus ojos eran pequeños y oscuros y se quedaron con la mirada fija al frente. Podría parecer cómico, pero de hecho no lo era. El conjunto daba miedo, y Harry no podía culpar a Ogden por echarse Easy PDF Copyright © 1998,2005 Visage Software
This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details hacia atrás unos pasos cuando él habló.
‘Er ... buenos días. Soy del Ministerio de Magia.’
‘Usted no es bienvenido.’
‘Er ... lo siento ... pero no le entiendo,’ dijo Ogden nerviosamente.
Harry pensó que Ogden era sumamente duro de mollera. El desconocido lo dejaba muy claro en opinión de Harry, en particular porque blandía una varita en una mano y un cuchillo pequeño y más bien ensangrentado en la otra.
‘Tu le entiendes, estoy seguro, ¿no Harry?’ dijo Dumbledore.
‘Sí, claro,’ dijo Harry, ligeramente desconcertado. ‘¿por qué no puede Ogden ...?’
Pero como sus ojos se encontraron con la serpiente muerta en la puerta otra vez, repentinamente lo entendió.
‘¿Él está hablando Pársel?’
‘Muy bien,’ dijo Dumbledore, inclinando la cabeza y sonriendo.
El hombre con la ropa hecha jirones ahora se acercaba de modo amenazador a Ogden, con el cuchillo en una mano, y la varita en la otra.
‘Ahora, mira ...’ Ogden comenzó, pero era demasiado tarde: hubo un ruido de un golpe, y Ogden estaba en el suelo, agarrando firmemente su nariz, mientras un líquido amarillento sucio salió a presión en chorritos de entre sus dedos.
‘¡Morfin!’ dijo una voz fuerte.
Un hombre entrado en años había salido corriendo de la casa de campo, dando tal portazo detrás de él que los muertos se hubieran despertado. Este hombre era más bajito que el primero, y raramente proporcionado. Sus hombros eran de gran amplitud y sus brazos demasiados largos, de un color moreno brillante y lleno de pelos que parecían matorrales, su cara arrugada le daba la apariencia de un mono poderoso, envejecido. Se paró al lado del hombre con el cuchillo, que ahora cacareaba y reía con la vista fija en Ogden sobre el terreno.
‘¿Es usted del Ministerio?’ dijo el hombre mayor, mirando hacia Ogden.
‘¡Exacto!’ dijo Ogden coléricamente, tapando su cara.
‘¿Y usted?’ El otro, tomándolo del suelo, dijo ‘Soy el Sr. Gaunt.’
‘¿Lo que le pasa en la cara lo hizo él?’
‘¡Sí, él lo hizo!’ gritó Ogden.
‘Debería haberle dicho quién era, ¿no?’ dijo Gaunt agresivamente. ‘Ésta es una propiedad privada. Simplemente no puede caminar por aquí adentro y esperar que mi hijo no se defienda.’
‘¿Se defienda en contra de qué?’ dijo Ogden, acercándose hacia él.
‘Los intrusos, los sangre-sucia, Muggles y porquería‘. Ogden apuntó con su varita hacia su nariz, la cual todavía chorraba grandes cantidades de pus amarillo, y el flujo se detuvo de inmediato. El Sr. Gaunt se expresó por la comisura de la boca hacia Morfin. ‘Vuelve a casa. ¡No discutas!’