Читаем En el primer cí­rculo полностью

Entonces, en una tarde de verano en 1948, trajeron a un nuevo zek a la sharashka. Todo en este advenimiento resultaba insólito: el hecho de que había sido traído en un coche de pasajeros y no en el coche policial "Voronok", que estaba acompañado por el mismo jefe de la Sección de la Prisión, y finalmente, que le fue servida su primera comida, cubierta por una servilleta de hilo, en la oficina del jefe de la prisión especial.

Oyeron (supuestamente los zeks no deben oír nada, pero siempre oyen todo) cómo el prisionero recién llegado había dicho que "no le gustaba la salchicha"(?) y cómo el jefe de la sección Prisión lo incitaba amablemente a comer. Un zek yendo camino al doctor para su medicación oyó eso por encima de un tabique. Discutiendo noticias tan interesantes, la población indígena de la sharaskallegó a la conclusión que el recién llegado era a pesar de todo un zek, y se durmió satisfecho.

Los historiadores de la sharashkanunca comprobaron dónde durmió el recién llegado aquella primera noche. Temprano, a la mañana siguiente, en la ancha pista de mármol donde más tarde no dejaban entrar a los prisioneros, un rudo zek, un desmañado tornero, se topó con él cara a cara.

Y bien, hermano, — dijo dándole un golpe en el pecho—, ¿de dónde eres? ¿Cómo caíste? Siéntate, vamos a fumar.

Pero el recién llegado se apartó del tornero horrorizado y desdeñoso. El tornero miró ferozmente sus ojos blanquecinos, su fino y ralo cabello, y dijo furioso: ¡Eh! tú, reptil del frasco de vidrio, estate más seguro que el diablo que vas a hablarnos después que te encierren con nosotros una noche.

Pero el reptil del frasco de vidrio no fue encerrado en la prisión general. Saliendo del corredor del laboratorio en el tercer piso le encontraron un cuartito que previamente había sido usado como cuarto para revelaciones fotográficas, e introdujeron un catre, una mesa, un ropero, una maceta con flores y un plato térmico eléctrico. Arrancaron el cartón que cubría la ventana clausurada, que miraba no a la luz de Dios sino hacia un descanso de la escalera trasera. Las escaleras daban al norte, así que aun durante el día la luz alcanzaba escasamente la celda del prisionero privilegiado. Por supuesto, los barrotes podían haber sido sacados de la ventana, pero la administración de la prisión, después de algún titubeo decidió por fin dejar los barrotecitos. Aún aquellos que tenían autoridad no comprendían este asunto confuso y no podían ubicarse en una correcta línea de acción.

Fue entonces que al nuevo prisionero se lo bautizó "El hombre de la máscara de hierro". Por mucho tiempo nadie supo su nombre, nadie podía hablar con él. A través de la ventana los zeks podían verlo sentado en su celda solitaria con su cabeza gacha, o vagando como una pálida sombra entre los tilos en horas en que otros zeks no podían salir afuera. Máscara de Hierro era amarillento y flaco como un zek generalmente se vuelve después de dos buenos años de investigación. Sin embargo, su rechazo irracional por la salchicha descartó esta suposición.

Mucho después, cuando Máscara de Hierro empezó a trabajar en la TAREA SIETE, los zeks se enteraron por los empleados libres que él era el mismo coronel Mamurin quien, como jefe de Comunicaciones Especiales, había prohibido a todos apoyar los talones Cuando pasaban por su oficina, tenían que caminar en puntas de pies. De lo contrario salía como un rayo enfurecido por la antecámara de su secretario y gritaba. ¿De quién cree que es la oficina por la que pasa taconeando, grosero? ¿Cómo se llama?

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