—No hubiese esperado que la vida de Beta Hydri usase el mismo código genético que la vida en la Tierra, y menos aún los mismos genes. Es decir, incluso aquí hay algunas variaciones en el código: de los sesenta y cuatro codones, cuatro tienen un significado diferente en el ADN mitocondrial que en el ADN nuclear.
—Todas las formas de vida que hemos examinado comparten esencialmente el mismo código genético. A nosotros también nos sorprendió al principio.
—Pero no tiene ningún sentido —dije—. Los aminoácidos aparecen en dos isómeros, dextrógiros y levógiros, pero toda la vida en la Tierra usa la versión levógira. Para empezar, las probabilidades de que dos ecosistemas empleen la misma orientación son del cincuenta por ciento. Y debería haber sólo una entre cuatro de que tres ecosistemas, el de ustedes, el mío y el de los wreeds, usasen el mismo código.
—Cierto —dijo Hollus.
—Y aun quedándose sólo con la versión levógira, hay más de un centenar de aminoácidos… pero la vida en la Tierra sólo usa veinte. ¿Cuáles son las probabilidades de que la vida en otros mundos empleara exactamente esos veinte?
—Bastante remotas.
Le sonreí a Hollus; había esperado que me diese una respuesta estadística precisa.
—Bastante remotas, sí —dije.
—Pero la elección no es aleatoria; Dios lo diseñó así.
Dejé escapar un largo suspiro.
—Simplemente no puedo aceptarlo —dije.
—Lo sé —aseveró Hollus, sonando como si le pesase mi ignorancia—. Mire —dijo después de un momento—. No se trata de misticismo. Creo en Dios porque científicamente tiene sentido que lo haga; es más, sospecho que Dios existe en este universo debido a la ciencia.
Empezaba a dolerme la cabeza.
—¿Cómo es eso?
—Como dije antes, nuestro universo es cerrado… y con el tiempo volverá a colapsar en un big crunch. Un acontecimiento similar se produjo después de miles de mil ones de años en el universo anterior a éste… y con miles de millones de años, ¿quién sabe qué cosas fenomenales podrían ser posibles para la ciencia? Vamos, podría incluso ser posible que una inteligencia, o una estructura de datos que la represente, sobreviviese a un big crunch y existiese de nuevo en el siguiente ciclo de la creación. Tal entidad es posible que posea ciencia suficiente para permitirle influir en los parámetros del siguiente ciclo, creando un universo diseñado en el que la entidad renacería armada ya con miles de millones de años de conocimientos y sabiduría.
Negué con la cabeza; me había esperado algo mejor que el cuento de «hay tortugas hasta el fondo».
—Incluso si fuese así —dije—, eso no resolvería el problema de si existe o no Dios. Simplemente está retrasando la creación de la vida un paso más atrás. ¿Cómo se inició la vida en el universo anterior a éste? —fruncí el ceño—. Si no se puede explicar tal cosa, no se ha explicado nada.
—No creo que el ser que es nuestro Dios estuviese vivo —dijo Hollus—, en el sentido de ser una entidad biológica. Sospecho que éste es el primer universo en el que se han dado la biología y la evolución.
—Entonces ¿qué es ese ser Dios?
—No veo ninguna prueba aquí en la Tierra de que hayan obtenido inteligencia artificial.
A mí me parecía un
—Es cierto, aunque hay mucha gente trabajando en ese campo.
—Nosotros tenemos máquinas conscientes de sí mismas. Mi nave espacial, la