Aun así, mientras Hollus y yo continuamos discutiendo, sacó los cilios —aunque él los llamaba «ciliums»; siempre tenía problemas con los plurales del latín—. Los cilios son esas extensiones como pelos de la célula que son capaces de realizar movimientos rítmicos; están presentes en muchos tipos de células humanas y, dijo, también en las células de forhilnores y wreeds. Los humanos que creían que no sólo el universo sino la vida en sí había sido diseñada por un ser inteligente citaban a menudo los cilios. Los pequeños motores que permiten el movimiento de las fibras son enormemente complejos, y los proponentes del diseño inteligente afirman que la complejidad es irreductible: no hay forma en que pudiesen haber evolucionado por medio de una serie de pasos incrementales. Como una ratonera, un cilio necesita todas sus partes para funcionar; quita cualquier elemento y se convierte en basura inútil —al igual que sin el resorte, o la barra de sujeción, o la plataforma, o el martil o, o la trampa, una ratonera no hace nada—. Era realmente un problema explicar cómo los cilios habían evolucionado por medio de la acumulación de cambios graduales, que se supone que es como actúa la evolución.
Bien, además de en otros lugares, los cilios se encuentran en la capa de una célula que cubre los bronquios. Se agitan al unísono, sacando el mucus de los pulmones, mucus que contiene partículas inhaladas accidentalmente, sacándolas antes de que se inicie el cáncer.
Pero si los cilios son destruidos, por exposición al asbesto, el humo de tabaco u otras sustancias, los pulmones ya no se pueden mantener limpios. El único otro mecanismo para deshacerse de la flema y moverla hacia arriba es toser —una tos persistente y atormentadora—. Pero toser no es igual de eficaz; los carcinógenos permanecen más tiempo en los pulmones y se forman tumores. Esa tos persistente daña en ocasiones al tumor, añadiendo sangre al esputo; como en mi caso, ése es a menudo el primer síntoma de un cáncer.
Si Hollus y los humanos que compartían sus creencias tenían razón, los cilios habían sido diseñados por un ingeniero maestro.
Si es así, quizá debería denunciar a ese hijo de puta.
—Mi amigo de la universidad tiene un informe preliminar sobre su ADN —le dije a Hollus unos días después de que le hubiese pedido la muestra; había vuelto a perderme el aterrizaje del transbordador, pero un forhilnor que no era Hollus le entregó la muestra a Raghubir, junto con los datos forhilnores sobre supernovas que Hollus le había prometido a Donald Chen.
—¿Y?
Algún día, le preguntaría qué decidía cuál sería la boca que usaría cuando iba a emitir una única sílaba.
—Y no cree que tenga origen extraterrestre.
Hollus se movió sobre las seis patas; mi despacho le resultaba demasiado estrecho.
—Claro que lo es. Confieso que no es mi propio ADN; Lablok se lo extrajo de sí misma. Pero ella también es un forhilnor.
—Mi amigo identificó un centenar de genes que parecen ser los mismos que la vida en este planeta. Por ejemplo, los genes que crean la hemoglobina.
—Hay un número limitado de sustancias químicas que pueden emplearse para l evar oxígeno por la corriente sanguínea.
—Supongo que esperaba algo más… bien, alienígena.
—Soy tan alienígena como es probable que puedan l egar a ver —dijo Hollus—. Es decir, la diferencia entre su estructura corporal y la mía es tan grande como podrán ver en el futuro. Después de todo, hay limitaciones prácticas de ingeniería a lo extraña que pueda l egar a ser la vida, aunque —y levantó una de las manos de seis dedos y realizó un saludo vulcaniano— sus cineastas parecen incapaces de acercarse a la variedad posible de formas.
—Supongo —dije.
Hollus se agitó.
—El número mínimo de genes exigidos para la vida es de unos 300 —dijo—. Pero esa cantidad sólo es suficiente para criaturas realmente primitivas; la mayoría de las células eucariotas comparten un núcleo de unos 3.000 genes… se encuentran en todas partes, desde formas de vidas unicelulares hasta animales elaborados como nosotros, y son iguales, o casi iguales, en todos los mundos en los que hemos mirado. Además, hay unos 4.000 genes adicionales compartidos por todas las formas de vida multicelulares, que codifican proteínas para la adhesión célula a célula, señales entre células, y demás. Y hay otro mil ar compartido por todos los animales con esqueletos internos. Y un mil ar más compartidos por todos los animales de sangre caliente. Por supuesto, si su amigo sigue mirando, encontrará decenas de miles de genes en el ADN de forhilnor que no tienen equivalentes en las formas de vida de la Tierra, aunque, naturalmente, es mucho más fácil encontrar genes conocidos que encontrar los desconocidos. Pero realmente hay muy pocas soluciones posibles a los problemas de la vida, y aparecen recurrentemente de mundo en mundo.
Agité la cabeza.