Читаем Círculo de espadas полностью

Anna empezaba a sentirse mareada, y el hombre que estaba sentado ante la mesa le parecía cada vez más inhumano. Era corno la notable transformación de El retorno del hombre lobo, cuando Lewis Ibrahim se convertía en el propio escenario, ante los ojos del público, en un monstruo peludo.

La voz suave siguió sonando.

—Él era muy sensible a los métodos que utilizábamos, y conseguimos gran cantidad de información. La mayor parte era nueva, y no había forma de comprobarla. Pero sí pudimos comprobar parte de esa información, y descubrimos que estaba mintiendo. De modo que tuvimos que volver a interrogarlo; y al comprobar las nuevas respuestas, descubrimos nuevas mentiras. Nos llevó mucho tiempo tener la certeza de que decía la verdad; y en algún momento nos interesamos más en Nicky que en la información. Queríamos ver cuánto más podía soportar y qué intentaría a continuación. Nos dimos cuenta de que estábamos aprendiendo algo valioso sobre la psicología humana. —Hizo una pausa y miró el objeto que tenía entre las manos: el largo y delgado objeto de metal.

«Finalmente nos detuvimos. Creo que le sacamos casi todo cuanto tenía que decir, aunque no estoy del todo seguro. Es el mejor mentiroso que he conocido jamás.

»Aún tiene sueños relacionados con los interrogatorios. A veces se despierta y no se da cuenta de dónde está. Tiene los ojos abiertos, pero sigue soñando, y está muy asustado. Yo tengo que… ¿cuál es la expresión? Hablarle hasta que vuelve en sí. Trazarle un camino verbal que lo devuelva a la realidad.

—Habla como si usted hubiera estado allí en el momento en que ocurrió.

—¿Hace veinte años? ¿Cuando interrogamos a Nicky? Estaba allí. Siempre me ha interesado el género humano.

A Anna le pareció estar de pie al borde de un abismo. Si miraba hacia abajo, vería cosas retorciéndose en las sombras. ¿Si miraba hacia abajo? Maldición, lo estaba haciendo. ¿Por qué demonios aquellas dos personas estarían juntas? En realidad, no quería saberlo.

—La mayoría de las veces, puedo interpretar las expresiones humanas —afirmó el Primer Defensor—. Usted parece turbada. Debería estarlo. Ha interferido en una lucha entre hombres. Y al hacerlo ha ocasionado un problema y creado una obligación.

»El problema es el siguiente: ha puesto en peligro su permanencia entre su propia gente. Lo hizo en un intento por ayudar a Nicky. Esto crea lo que su gente, que al parecer no piensa en nada más que en la procreación y en las actividades del mercado, llamaría una deuda. Mi gente lo llamaría… —hizo una pausa y fijó la vista en la distancia. Qué raro que pudiera darse cuenta de que esas misteriosas y largas pupilas miraban más allá de ella— una obligación recíproca. Es una traducción bastante acertada.

»O tal vez debería decir que su acción puede haber creado una obligación.

»Por lo que puedo deducir, usted actuó por honor y compasión, pero su acto fue innecesario e inadecuado. ¿El hecho de que su acto fuera innecesario hace que carezca de sentido?

»Lo que usted hizo fue contrario a la voluntad de la Diosa y al sentido común. Pero usted no lo sabía. ¿Cómo puedo juzgar la conducta de un desconocido, de una persona cuya cultura no parece tener la menor idea de lo que es decente? —Hizo una pausa, suspiró y siseó débilmente— ¿Lo que importa es la intención o sólo la acción? ¿Lo qué importa es la acción o sólo el resultado?

»Esto es como la situación que se plantea en una obra heroica. Lo correcto y lo incorrecto están tan enmarañados que no hay forma de separar las hebras. Uno tira de un hilo brillante y descubre que saca algo oscuro.

»No sé con certeza si le debo algo.

Al cabo de un momento, Anna dijo:

—No sabría decírselo.

—No pretendía que un ser humano me aconsejara sobre una cuestión moral. —Miró más allá de ella, en la distancia. Finalmente, dijo—: Haré lo que pueda por usted, aunque no tengo mucho tiempo. —Volvió a mirarla—. Como sin duda sabe, había dos naves humanas. La que estaba en el borde del sistema se alejó. Creemos saber cuánto tiempo lleva llegar a su base importante más cercana. Hemos estado interceptando los mensajes de exploración que iban y venían. Necesitamos salir del planeta como máximo en un día.

»De modo que… —se interrumpió—. Le ofrezco dos opciones, Pérez Anna. Puede elegir. Le daré asilo. Si quiere, puede venir con nosotros cuando nos marchemos.

—No —dijo ella sin detenerse a pensarlo.

—¿Está segura?

Él le estaba pidiendo que diera un paso hacia el abismo.

—Le agradezco el ofrecimiento, pero no.

—Muy bien. Pasaré a la segunda alternativa. Por lo que puedo deducir, toda esta absurda trama fue ideada y puesta en práctica por los soldados que llegaron con el equipo de diplomáticos. Al parecer, los diplomáticos no saben nada, aunque es posible que mientan. No hay tiempo de averiguarlo.

»Nicky me advirtió que había dos grupos, y que no trabajaban juntos. Y me advirtió que los soldados eran peligrosos. Debería haber recordado que son los de su especie.

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