Anna le preguntó por el festival de Shakespeare. Él la miró de reojo.
—¿Nick te habló de eso? Fue muy rápido; y no tuvimos tiempo de ensayar lo suficiente. El público era difícil; y la música, «aspirada». Estoy utilizando la palabra tal como la utilizaría un humano. Es interesante lo que se puede aprender de una cultura a partir de sus metáforas.
—Nick dijo que el festival salió bien. Que fue como se suponía que debía ser.
Él volvió a mirarla de reojo.
—Sí, pero no salió tal como yo lo imaginaba. De haber tenido más tiempo, de no ser el músico principal un idiota, y si hubiéramos podido hacer trajes nuevos…
Se detuvo en la entrada de los aposentos de los humanos.
Ella se metió en la sala de observación y presenció una reunión tan aburrida como siempre.
Más tarde almorzó con los otros humanos. Les contó que Nick había vuelto.
—¿Te contó dónde había estado? —le preguntó Cyprian Mclntosh.
—En el planeta nativo —Anna revolvió el plato de tofu y brécol descongelado en salsa de pimientos, buscando un trozo realmente crujiente de brécol.
—¿Por qué? —preguntó Cyprian.
—Estaban celebrando un festival de Shakespeare y querían que Nick moderara el debate posterior a las obras. —Levantó la vista.
—¿Apartan a su mejor traductor de las negociaciones de paz para que asista a un festival de Shakespeare? —preguntó Cyprian. Daba la impresión de que no podía creerlo.
Anna volvió a mirar el brécol.
—Se toman muy en serio el arte.
Mats la escoltó hasta los aposentos de los humanos y se detuvo al llegar a la puerta.
—¿No vas a entrar? —preguntó Anna.
—¿Para ver a mi primo? Hoy no.
Anna entró en sus habitaciones. Volvió a percibir olor a café en cuanto abrió la puerta. En una de las mesas había dos tazones grandes de cerámica blanca. Nick estaba en la puerta de la cocina, con una cafetera en la mano. Esta vez llevaba un uniforme de cadete espacial, con tres distintivos sujetos al cinturón; que ella recordara Nick no llevaba distintivos con aquel atuendo, y nunca le había visto usar tres.
—¿Qué ocurre? —preguntó Anna.
Él llenó los tazones y después miró la mesa.
—No puedo dejar aquí la cafetera, ¿verdad? Espera un momento.
Anna se acomodó en una silla. La salsa de pimientos del mediodía le había dejado mal sabor de boca, y se preguntó si tendría mal aliento. Tal vez el café la ayudara. Cogió uno de los tazones.
Él regresó y se sentó. Anna le preguntó por los distintivos.
—Ésa es una pregunta que me encanta responder —dijo Nick con una sonrisa—. El Tejido decidió que era necesario regularizar mi situación. Ahora soy oficialmente una persona; todas las dudas han quedado disipadas. Y he estado trabajando para el Pueblo durante veinte años. Es injusto que me traten como a un proscrito o a un pordiosero, como a un miembro de un linaje destruido. Así que crearon un linaje para mí. Sucede al menos una vez cada generación, por lo general cuando un linaje grande se divide, o cuando dos linajes pequeños deciden que les conviene unirse. Pero ésta… —tocó uno de los discos de metal—, es la primera vez que se hace para un humano o un grupo de humanos.
—Pareces feliz.
—Por primera vez en años, tal vez en toda mi vida, siento que pertenezco a un lugar. —Hizo una pausa y enseguida añadió—: Las tías opinan que debería ser ascendido. He sido portador durante mucho tiempo. Para mí es molesto quedar inmovilizado en un rango inferior, sobre todo ahora que soy una verdadera persona y tengo un linaje. El Pueblo creería que Gwarha no me tiene confianza, y eso arrojaría una sombra de duda sobre todos los argumentos que las mujeres de Ettin presentaron ante el Tejido.
«Ninguna mujer le dirá jamás a un hombre lo que debe hacer en el perímetro… al menos no directamente. Pero han hecho una sugerencia y él suele escuchar a las mujeres de su familia; aunque no estoy totalmente seguro de que esta vez lo haga.
Anna preguntó por qué no.
—Gwarha hará un montón de cosas por mí y casi cualquier cosa por sus tías, pero no pondrá al Pueblo en peligro. Yo he demostrado que no soy digno de confianza.
—¿Por ese motivo no te ascendió antes?
Nick cogió su tazón y lo sostuvo con ambas manos, como si intentara calentarse los dedos largos y delgados.
—No. Hablamos de este tema. Era demasiado probable que enfureciera a los otros oficiales superiores. Yo soy… era un enemigo extraño. Siempre hubo gente dispuesta a afirmar que yo no era de fiar y que tal vez ni siquiera era realmente una persona. Habría ocurrido lo mismo que con el caballo de Calígula.
¿Recuerdas? Calígula lo nombró cónsul. Eso no sentó bien a la aristocracia de Roma.
»Y estaba la cuestión de mi rango de seguridad. No es especialmente elevado. Habría resultado molesto tener a un oficial de alto rango sin permiso de acceso a la información protegida.
»Ahora el problema consiste en que Gwarha no está seguro de hasta qué punto puede confiar en mí. Me ha dicho que si sólo pudiera traicionarlo a él, correría el riesgo. Pero no me colocará en una posición desde la que pueda causar un daño serio al Pueblo. De modo que… veremos qué ocurre.