—En realidad no. Has omitido un fragmento del principio de mi conversación con Anna; debió de ser antes de que el ordenador te pusiera sobre aviso; y te has perdido algo más mientras estabas inconsciente.
—¿Algo importante?
Me encogí de hombros.
—Interpreto eso como una negación. —Miró a sus parientas—. Lo tengo todo grabado. Pero la mayor parte está en inglés.
Per dijo:
—Asegúrate de que Sai recibe una copia.
—Sí —respondió Ettin Gwarha.
Sonó el intercomunicador. Aptsi respondió. Era Vaihar. Había llegado con Anna.
Per me miró.
—Sal y pídele a ella que tenga paciencia. Primero tenemos que resolver esto. Dile que no tiene por qué preocuparse. Nadie le hará daño. Lo prometo.
Ettin Petali añadió:
—Las mujeres de Ettin lo prometen.
Anna se encontraba en la antesala. Casi siempre olvidaba que no es una mujer corpulenta. Algo en ella que me induce a error, algo que no sé muy bien cómo describir. ¿Intensidad?
¿La fuerza de su personalidad? ¿La solidez de su carácter? En cualquier caso, Anna parece ocupar más lugar del que ocupa en realidad.
Pero esta vez, no. Estaba sentada en una de las sillas
Vaihar estaba a su lado, de pie.
—¿Qué sucede? —preguntó en la lengua de Eh y Ahara.
—Ettin Gwarha te lo dirá más tarde, si cree que debes saberlo.
Pareció preocupado.
—¿Qué debo hacer?
—Quedarte aquí. Hacer compañía a Anna y asegurarte de que no se va.
—¿Es una prisionera? —parecía impresionado.
—No. Pero el Primer Defensor y las mujeres de Ettin no quieren que deambule por la estación.
Vaihar vaciló pero no dijo nada.
Anna levantó la vista. Se la veía aturdida, como un animal sorprendido por una repentina luz brillante.
—Me envía Ettin Per —le dije en inglés—. No tienes por qué preocuparte. No van a hacerte daño.
Vaihar se sobresaltó al oír la palabra «daño». Anna se quedó inmóvil.
—Quiere que esperes aquí hasta que hayamos resuelto otros asuntos. Créeme, puedes confiar en su palabra.
Anna siguió sin reaccionar.
—No recuerdo si te he dicho alguna vez cuál es el apodo de Gwarha. Tiene un par, pero el más amistoso, el que puede utilizarse delante de él, es El Hombre que es Gobernado por sus tías. Jamás se opondrá a las mujeres de Ettin.
—Me estás hablando como si fuera una criatura.
—No era mi intención. Discúlpame.
—Has dicho que no tendré problemas. ¿Y tú?
—No sé. No se ha hecho ninguna promesa. Pero ése es mi problema, no el tuyo.
—Nick —dijo Vaihar—. Está ocurriendo algo malo. ¿Qué es?
—No tengo tiempo de explicártelo. Vigila a Anna —salí.
Gwarha y sus parientas seguían en su círculo en la habitación sin ventanas, esperando pacientemente; la Abuela era la única que parecía inquieta.
—La están cuidando —comenté dirigiéndome a Per y me senté.
—Gracias. —Cruzó las manos y miró a sus hermanas—. No hemos tenido ocasión de discutir la situación, pero…
—Yo empezaré —dijo Ettin Petali en voz alta y clara—. Y no hablaré de los errores ni de los defectos de Sanders Nicholas. Dejaré eso para las demás. Empezaré con mi nieto. —Se volvió en su silla y lo miró fijamente—. Pusiste dispositivos de escucha en las habitaciones que ocupaba una mujer. Involucraste deliberadamente a una mujer en las luchas que tienen lugar entre los hombres. ¡Es vergonzoso, Gwarha!
—Ella no pertenece al Pueblo —dijo el general.
—Ese es un argumento peligroso —afirmó Ettin Sai.
Él bajó la vista y luego miró a su abuela.
—¿Qué vamos a hacer? ¿Cómo podemos tratar con personas que no saben cómo comportarse? Si es que son personas.
—¿Tengo permiso para hablar? —pregunté.
—Sí —dijo Ettin Petali.
Miré al general a los ojos.
—¿Tú crees que yo no soy una persona?
—Me has traicionado.
—¿Qué esperabas de Nicky? —preguntó Ettin Per—. ¿Que te eligiera a ti por encima de un familiar del sexo femenino? ¿Esperabas que se cruzara de brazos mientras la mujer de Pérez era amenazada? Para mí es evidente que tú la estabas amenazando.
—La he amenazado después de que Nicky le diera la información, y porque se la ha dado. No ha sido la amenaza a ella lo que lo ha impulsado a traicionarme.
La Abuela gruñó.
—Estamos en tiempos de guerra. Los hombres han hecho sugerencias que amenazan la vida de todas las mujeres y los niños humanos. ¿Esperabas que él pasara esto por alto? ¿Qué clase de amante creías tener?
—¿Sabes lo que parece? —preguntó Ettin Sai—. Parece como si pensaras que a Nicky no debería importarle nada excepto tú.
—Nunca tendríamos que haberles permitido estar juntos —opinó Aptsi—. ¡Mira las consecuencias! ¿Por qué Gwartha no podía encontrar a un joven de un linaje que nos gustara?
Todos guardaron silencio, y las mujeres de Ettin parecieron incómodas. No supe si Aptsi estaba en desacuerdo con las demás, o si había expresado la opinión de todas.
Finalmente, el general rompió el silencio.