- ‘Sí, sí, sí, pero afortunadamente yo dejé al señor Tibbles en una caja debajo del coche, y el señor Tibbles vino a avisarme, pero en el momento que yo llegué a tu casa, tú te habías ido, y ahora...
¡Oh, qué va a decir Dumbledore!. – Tú - gritó a Dudley, aún sentado en el suelo de la calle -‘¡Levanta tu gordo trasero del suelo, rápido!’
- ‘¿Conoces a Dumbledore?’ dijo Harry, mirándola fijo.
- ‘Por supuesto que conozco a Dumbledore, ¿quién no conoce a Dumbledore? Pero vamos, no seré de mucha ayudar si ellos 21
vuelven. Yo nunca conseguí nada más que transfigurar una bolsa para té’.
Se inclinó hacia abajo, agarró uno de los brazos abultados de Duddley con sus manos arrugadas y tiró.
- "Levántate, bulto inútil, levántate".
Pero Duddley o bien no podía o no quería moverse. Permanecía en la tierra temblando con su cara amarillenta y con su boca muy firmemente cerrada.
-"Yo lo haré- dijo Harry tomando el extremo del brazo de Duddley y levantó. Con un esfuerzo enorme él se las arreglo para ponerlo en pie. Duddley parecía estar a punto de desmayarse. Sus pequeños ojos estaban dando vueltas en sus orbitas y el sudor rebordeaba en su cara. Al momento que Harry lo soltó, Duddley se bamboleo peligrosamente.
-"De prisa"-dijo la señora Figg histéricamente.
Harry tiró de uno de los brazos abultados de Duddley y se lo colocó alrededor de sus propios hombros arrastrándolo hacia el camino, cediendo levemente bajo el peso. La señora Figg tambaleaba delante de ellos, mirando con fijeza ansiosamente alrededor de la esquina.
- ‘Mantén tu varita fuera’ dijo a Harry cuando entraron en Wisteria Walk. ‘Olvidemos el estatuto de discreción ahora. Esto se convertirá en un infierno de todas maneras. Debemos tener tanto cuidado como si llevásemos un huevo de dragón.
- ‘Hablar sobre la restricción de magia a los menores de edad...
era exactamente esto a lo que Dumbledore temía... ¿Qué es eso al final de la calle? Oh, es el señor Prentice.... No escondas tu varita, chico, ¿No te vengo repitiendo que yo soy inservible?’
No era nada fácil sostener la varita firmemente y arrastrar a Dudley al mismo tiempo. Harry dio a su primo un impaciente golpe en las costillas, pero parecía que Dudley había perdido la todo deseo de movimiento independiente. Se recostó sobre los hombros de Harry, arrastrando sus grandes pies por el suelo.
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- ‘Por qué no me dijo que era un squib, señora Figg?’ preguntó Harry, jadeando por el esfuerzo de seguir andando. ‘Todas esas veces que iba a su casa - ¿por qué no me dijo nada?’
- ‘Órdenes de Dumbledore. Tenía que vigilarte pero no podía decirte nada, eras demasiado joven. Lo siento, pasaste una temporada miserable, Harry, pero los Dursleys nunca hubieran consentido que vinieras si sospechaban que te divertías. No era fácil, lo sé...pero oh, por Dios’ dijo trágicamente, retorciendo sus manos, ‘cuando Dumbledore escuche esto – cómo Mundungus se fue, el tenía la obligación de estar aquí hasta medianoche –
¿dónde está? ¿Cómo puedo explicar a Dumbledore lo que ha pasado? No puedo aparecer.’
- ‘Tengo una lechuza, se la puedo prestar.’ Harry gimió, preguntándose si su columna vertebral no se partiría en dos con el peso de Dudley.
- ‘Harry, no lo entiendes! Dumbledore tiene que actuar lo más rápido posible, el Ministerio tiene sus propios medios para detectar la magia de los menores de edad, ellos ya lo deben saber, acuérdate de mis palabras.’
-Pero me estaba salvando de los Dementores, tenia que usar magia - seguramente van a estar mas preocupados acerca lo que hacian Dementores caminando por la calle Wisteria.
- ‘Oh cariño, me gustaría que así fuera, pero tengo miedo -
¡MUNDUNGUS FLETCHER, TE VOY A MATAR! -.
Hubo un fuerte crujido, y un intenso olor a bebida mezclado con tabaco añejo llenó el aire cuando un hombre regordete sin afeitar, con un abrigo hecho andrajos se materializó delante de ellos.
Tenía piernas cortas, estevado, extraño pelo largo color jengibre y los ojos inyectados en sangre y con unas bolsas que le daban a su mirada un aspecto de triste de sabueso hambriento. Además agarraba
un
paquete
plateado
que
Harry
reconoció
inmediatamente como una capa de la invisibilidad.
- ¿Figgy? - dijo mirando fijamente a la señora Figg, Harry y Dudley ¿Qué sucedió? ¿Porqué no permanecen dentro de sus casas?
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- ¿Que porque no estamos dentro?- gritó la señora Figg –
¡Dementores, tu, inútil y escurridizo ladrón¡
- ¿Dementores?- repitió Mundungus horrorizado- ¿Dementores aquí?
- Si, aquí, montón de excremento de murciélago, aqui! - chilló la señora Figg - Dementores que atacaron al muchacho en tu guardia.