Snape revoloteo dentro y fuera de la casa varias veces mas, pero para el alivio de Harry ellos nunca se vieron cara a cara; Harry a veces sorprendió a su profesora de Transfiguración, la profesora McGonagall, que tenía un aspecto muy extraño con ropa y abrigo Muggle, y también parecía no tener tiempo que perder.
A veces, sin embargo, los visitantes se quedaban para ayudar.
Tonks se les unió una tarde memorable en la que encontraron unos viejos demonios asesinos que acechaban en un retrete escaleras arriba. Lupin que permanecía en la casa con Sirius, pero la abandonaba por largos periodos para hacer misteriosos trabajos para la Orden, les ayudó a reparar un reloj de caja que había desarrollado el desagradable hábito de lanzar las pesadas saetas a quien pasara por delante de el.
Mundungus se rehabilitó ligeramente a los ojos de la Sra.
Weasley rescatando a Ron de unas antiguas túnicas purpúreas que habían intentado estrangularlo cuando él las quitó de su armario.
A pesar de que Harry ya no dormía mal, todavía tenía sueños sobre pasillos y puertas cerradas con llave que hacían que su cicatriz le pinchase.
Harry estaba consiguiendo divertirse la primera vez en todo el verano. Todo el tiempo que estaba ocupado el era feliz; cuando la acción disminuía, sin embargo, siempre que el bajaba su guardia, o caía agotado en la cama mirando borrosas sombras moviéndose a través del techo, el pensamiento de la importantísima audiencia Ministerial volvía a él.
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El miedo le pinchaba en su interior como una aguja cuando se preguntaba que le pasaría si era expulsado. El pensamiento era tan terrible que no se atrevió a decirselo ni a Ron ni a Hermione, a quienes el veía a veces susurrando juntos y lanzándole miradas ansiosas; pero el siguió con su idea de no mencionarlo.
A veces, no podía impedir que su imaginación le mostrase a un oficial del Ministerio, cuya cara no podía ver, rompiendo su varita en dos y ordenándole volver de los Dursley... pero el no iría. Ya lo tenía decidido. Regresaría aquí a Grimmauld Place y viviría con Sirius.
Sintió como si hubieran dejado caer un ladrillo en su estómago cuando la Sra. Weasley se volvió a él durante la cena el miércoles por la tarde y dijo calmadamente,
-he planchado tu mejor ropa para mañana por la mañana, Harry, también quiero que te laves el pelo esta noche. Una primera impresión buena puede hacer maravillas-.
Ron, Hermione, Fred, George y Ginny dejaron de hablar y lo examinaron. Harry agachó la cabeza e intentó seguir comiendo su chuleta, pero su boca se había vuelto tan seca que no podía masticar.
-¿Cómo iré allí?- le preguntó a la Sra. Weasley, intentando parecer indiferente.
-Arthurs te llevará al trabajo con él-, dijo la Sra. Weasley suavemente. Mr Weasley sonrió alentadoramente a Harry por la mesa.
-Puedes esperar en mi oficina hasta que sea la hora de la audiencia-, dijo.
Harry examinaba Sirius, pero antes de que pudiera hacerle la pregunta, la Sra. Weasley había contestado.
-El Profesor Dumbledore piensa que no es una idea buena que Sirius vaya contigo, y debo decir...-
-Creo que tiene razón, dijo Sirius mascullando entre dientes.
la Sra. Weasley frunció sus labios.
¿Cuándo te dijo eso Dumbledore? preguntó Harry, mirando fijamente a Sirius.
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-Vino anoche, cuando estabas en la cama-, dijo la Sra. Weasley.
Sirius apuñaló malhumoradamente a una patata con su tenedor.
Harry bajó sus propios ojos a su plato. Pensar que Dumbledore había estado en la casa la víspera de su audiencia y no había pedido verlo hizo que se sintiera, si eso era posible, aún peor.-
¡Sigue murmurando y seré un asesino!- Dijo Sirius irritablemente cuando él cerró de golpe la puerta cerrada en el duende.
-Sirius, no está bien de la cabeza-, suplicó Hermione, -no creo que el se de cuenta de que podemos oírle-.
-Ha estado solo demasiado tiempo-, dijo Sirius, -recibiendo ordenes locas del retrato de mi madre y hablando solo, pero siempre fue un poco sucio...-
-Si pudieras simplemente ponerlo en libertad...- dijo esperanzadamente Hermione, -quizá...-
-No podemos ponerlo en libertad, sabe demasiado sobre la Orden- dijo Sirius lacónicamente. Y sademás, el susto lo mataría.
Sugiérele que deje esta casa, verás como se lo toma-.
Sirius caminó por el cuarto hasta el tapiz que Kreacher había estado intentando proteger y lo colgó de la pared. Harry y los otros le siguieron.