Dudley se había acercado en ese momento a la sala de estar. Su larga y rubio cabello cayendo por sobre el despojado collar de su pijama se veía raramente depersonificado, su boca abierta en modo de asomtro. Dumbledore esperó un momento o dos, aparentemente para ver quien de los Dursleys diría algo con una sonrisa en su mirada.
’¿Podría decir que me invitas a sentarme?’
Dudley se quitó del paso cuando Dumbledore pasó cerca de él. Harry, todavía cargando el telescopio y las zapatillas, bajó las últimas escaleras y siguió a Dumbledore, quien se había instalado el mismo en el sillón cerca del fuego y hablaba a su entorno con una expresión de agradable interés. Se veía extraordinariamente fuera de lugar.
’No nos – no nos iremos, señor?’ preguntó Harry ansiosamente.
’Sí, efectivamente, pero hay algunos problemas de los que debemos hablar primero,’ dijo Dumbledore. ‘Y prefiero no hacerlo al aire libre. Estaremos bajo la hospitalidad de tu tía y tío un pequeño momento.’
’¿Sí?’
Vernon Dursley entró a la sala, Petunia a su espalda, y Dudley escoltándolos.
’Sñi,’ dijo Dumbledore simplemente. ‘Estaré aquí.’
Sacó su varita tan rápidamente que apenas Harry pudo verla; con una eventual sacudida, el sofá se acercó hacia delante y golpió las rodillas de los tres Dursley, por lo que éstos se desplomaron. Otro movimiento de la varita y el sofá se fue hacia atrás en su posición original.
’Debemos estar lo más cómodos,’ dijo Dumbledore amablemente.
Mientras ponía otra vez su varita en su bolsillo, Harry vio que su mano estaba manchada y arrugada; parecía como si su carne se había quemado.
”Señor – ¿qué le pasó a su-?’
’Después Harry,’ dijo Dumbledore, ‘Por favor, siéntate.’
Harry tomó asiento en dicho sillón, tratando de no mirar a los Dursley, que estaban sumidos en el silencio.
’Debo imaginarme que me van a ofrecer algún refresco,’ dijo Dumbledore al Tío Vernon, ‘pero la evidencia sugiere el ser optimista a estas tonterías.’
Un tercero movimiento de la varita, y una polvorienta botella y cinco vacos aparecieron por los aires. La botella se destapó y virtió una generosa cantidad de un líquido color miel en cada vaso, los cuales salieron volando a cada persona de la habitación.
’La bebida más sabrosa de Madam Rosmerta,’ dijo Dumbledore, levantando su vaso a Harry, quien levantó el suyo y dio un sorbo. Nunca había probado algo así antes, pero le gustó muchísimo. Los Dursleys, luego de miradas de terror que intercambiaron el uno con el otro, intentaron ignorar sus vasos completamente, una difícil hazaña, mientras se codeaban gentilmente. Harry no pudo sofocar la sospecha de que Dumbledore lo estaba disfrutando.
’Bien, Harry,’ dijo Dumbledore, tornándose hacia él, ‘ha surgido una dificultad que deseo que resuelvas para nosotros. Para nosotros, me refiero a la Orden del Fénix. Pero primero que nada debo contarte que el testamento de Sirius fue descubierto hace una semana y te dejó todo lo que tenía.’
Easy PDF Copyright © 1998,2005 Visage Software
This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details Sobre el sofá, la cabeza del Tío Vernon se volteó, pero Harry no lo miró, tampoo pudo pensar en nada que decir excepto, ‘Oh. Bien.’
’Esto es promordialmente muy honesto,’ prosiguió Dumbledore. ‘Agregarás una cantidad razonable de oro a tu cuenta en Gringotts, y heredarás todas las posesiones personales de Sirius. La parte un poco complicada del legado-‘
’¿La muerte de su padrino?’ dijo el Tío Vernon por lo alto desde el sofá. Tanto Dumbledore como Harry lo miraron.
El vaso frente a la cabeza de Dursley se movía insistentemente; trató de quitarlo. ‘¿Su muerte? ¿Su padrino?’
’Sí,’ dijo Dumbledore. No le preguntío a Harry por qué no le había había confiado eso a los Dursleys. ‘Nuestro problema,’ continuó diciéndole a Harry, como su no hubiese habido interrupción, ‘es que Sirius también te dejo el número doce de Grimmauld Place.’
’¿Ha dejado una casa?’ dijo el Tío Vernon codiciosamente, con sus pequeños ojos cerrándose, pero nadie le respondió.
’Pueden seguir usándolo como cuartel,’ dijo Harry. ‘No me molesta. Lo pueden tener, sinceramente no lo necesito.’
Harry evitó pisar el número doce de Grimmauld Place si con eso pudiese ayudar. Pensó que sería perseguido por el fantasma de Sirius, por los recuerdos de Sirius merodeando por las vacías y húmedad habitaciones, encarcelado en el lugar en el que había deseado vivir tan desesperadamente.
’Eso es generoso,’ dijo Dumbledore. ‘TeneSin embargo, tenemos desalojado el lugar temporareamente.’
’¿Por qué?’