—Estás usando palabras que no comprendemos —dijo Ettin Tsai—. Explícate.
—Es un día en que los humanos, algunos humanos, hacen regalos a sus niños. Cerca del solsticio, en la época más oscura del año y donde yo crecí, y donde creció Anna, casi siempre hace frío. Los regalos son para dar alegría. Anna miró a Hattin y vio un regalo.
»Cuando me miró a mí su expresión cambió, y no estoy seguro de saber lo que estaba pensando. Pero no pareció incómoda. Tal vez curiosa y atenta.
»Pensé: ésta es una persona que no teme a la gente a la que no comprende. Una rara cualidad entre los humanos.
—Y entre los miembros de Pueblo —dijo Ettin Per con su voz profunda—. ¿Crees que podemos confiar en ella, Nicky?
—Sí.
Ettin Per prosiguió:
—Y ella cree que el embajador humano es digno de confianza. ¿Gwarha?
—Coincido, aunque no comprendo la postura del embajador. Los soldados humanos le desobedecieron durante la última ronda de negociaciones. Esto indica que él no es el único que está al frente. Si llegamos a un acuerdo con él, ¿qué significa? No tengo ni idea.
—¿Nicky? —preguntó Ettin Tsai.
—Existe un elemento de riesgo. Como dijo Pérez Anna, el gobierno de los humanos es complicado, y las diversas partes no siempre coinciden. Pero tengo la impresión de que el embajador está en mejor posición de lo que solía estar. Los militares realmente lo estropearon todo, y creo que han tenido que retroceder bastante. Entre la gente que tiene a su lado no hay nadie que piense desafiarlo directamente ni, me parece, desobedecer sus órdenes.
»Pero no sé cuál es la situación en la Tierra, y creo que incluso la de aquí podría cambiar.
—Sin embargo… —Ettin Per pareció reflexionar—. Entre los humanos tenemos dos posibles aliados. Esto es algo que vale la pena tener en cuenta.
—Hay tres problemas —señaló Ettin Tsai—. Los humanos, los Lugala y Tsai Ama Ul. Lo que Gwarha dice acerca de los Tsai Ama es digno de consideración.
—Nicky dice que Tsai Ama Ul nos ha hecho una advertencia —dijo Ettin Aptsi—. Esta disputa no ha favorecido a Ettin ni a Lugala.
—Eso podría ser cierto de momento —intervino Ettin Per—. Si Gwarha logra hacer retroceder al hijo de Lugala y llegar a un acuerdo con los humanos, estará al frente de todos los principales. Eso es bueno, ¿no?
—Estaré en una buena posición —respondió Gwarha con cautela.
—Él no tiene hijos, y está llegando a una edad en la que es adecuado tenerlos. Si los problemas actuales se resuelven bien, Tsai Ama se interesará. La pregunta es: ¿Nos ayudarán ahora? ¿Y qué podemos ofrecerles?
Era evidente, incluso para mí: las primeras muestras del semen de Gwarha, además de una garantía de que el número de hijos que tendrá será limitado. Un trato muy bueno, que Tsai Ama Ul probablemente no pasará por alto, a menos que decida que necesita más información sobre Gwarha. Si tuviera serias dudas con respecto a él y a sus aptitudes reproductoras, esperaría hasta que la actual situación se resolviera. Pero en ese caso, por supuesto, habría perdido la oportunidad de hacer un trato tan bueno.
[En eso tienes razón.]
Gwarha dijo:
—¿Necesitamos algo más de Nicky?
Las tías dijeron que no y me dieron las gracias cortésmente. Gwarha pareció aliviado. Sabe lo que pienso de la política genética. Si hubiera querido escuchar conversaciones como ésta, me habría quedado en Kansas y habría asistido a la Facultad de Agricultura.
Los dejé con su conspiración. Tenía la intención de preguntar sobre el paisaje que se veía por las ventanas, pero no tuve ocasión de hacerlo.
[Se trata de una grabación tomada en una casa de la costa este del Gran Continente del Norte. Mis tías se quedan allí cuando el Tejido celebra una reunión. Como dice el poeta: «Además de las montañas, está el mar.»]
Más tarde, por la noche, le pregunté si esas conversaciones no le molestaban. Él estaba disponiendo el tablero de
—No te entiendo —dijo.
—¿No te molesta que otras personas decidan todo lo relacionado con tus hijos, incluso si vas a tenerlos?
Terminó de colocar las piedras del
—Tengo mi propia opinión. He dicho a mis tías que los hombres de Tsai Ama y Ama Tsai no son nada especial. Si nace una criatura, sería mejor que fuera del sexo femenino. La clase de hombres que producen esos linajes no haría crecer nuestra reputación, y no quiero hijos haraganes.
No, por supuesto que no, cariño. Tú quieres jóvenes duros e inteligentes, de buenos modales y con un tremendo instinto para el poder. Dentro de veinte años, si aún estoy en pie, tal vez los vea salir del perímetro…
[Los verás.]
—No sé qué estás sugiriendo. ¿Que debería decir a mis tías cómo tienen que hacer su trabajo? No me gustaría que ellas me dijeran cómo ser un principal.