Читаем Un Puerto Seguro полностью

Ophélie se conmovió al escucharla y ver la expresión de sus ojos. Ella sentía exactamente lo mismo hacia su hija. Todo se les antojaba más ominoso, razón por la que se había inquietado tanto a principios de verano, cuando Pip desapareció en la playa. Solo se tenían la una a la otra, y el peligro ya no era un concepto abstracto para ellas, sino un monstruo muy real. La tragedia era una posibilidad cuya existencia ambas conocían y que les había cambiado la vida para siempre.

– No quiero que vayas -pidió Pip con voz asustada mientras Ophélie intentaba tomar una decisión.

La verdad es que tampoco podían vivir siempre atenazadas por el miedo. Quizá fuera buena idea demostrar a Pip que podían llevar una vida normal sin que sobreviniera ninguna desgracia. No creía que salir a navegar con Matt entrañara peligro alguno y estaba convencida de que era un navegador avezado. Habían hablado mucho del tema, y Matt era un experto desde niño, mucho más que ella. Ophélie llevaba al menos doce años sin navegar, pero también tenía cierta experiencia, y en aguas más traicioneras que aquellas.

– Cariño, todo irá bien, de verdad. Puedes mirarnos desde la terraza si quieres.

Pip no parecía apaciguada, sino más bien al borde del llanto.

– ¿De verdad no quieres que vaya?

Era un elemento que ni siquiera había considerado al aceptar la invitación de Matt. Además, iba a pedir a Amy que viniera a cuidar de Pip. Acababa de verla entrar, de modo que sabía que estaba en casa. O bien Pip podía pasar un par de horas en casa de la canguro si esta tenía cosas que hacer.

– ¿Y si te ahogas? -inquirió Pip con voz quebrada.

Ophélie se sentó y la subió con delicadeza a su regazo.

– No me voy a ahogar. Nado muy bien, y Matt también. Si quieres le pido que me preste un chaleco salvavidas.

Pip meditó unos instantes y por fin asintió algo más tranquila.

– Vale… -De repente, volvió a ser presa del pánico-. ¿Y si un tiburón ataca el barco?

Ophélie no podía negar que de vez en cuando se avistaban tiburones en aquellas aguas, pero nadie había visto ninguno en todo el verano.

– Miras demasiado la tele. Te prometo que no pasará nada. Podrás vernos desde aquí. Solo quiero salir a navegar con él un ratito. ¿Quieres acompañarnos?

Ophélie no quería que Pip fuera con ellos por las mismas razones que asustaban a la niña y que ahora se le antojaban algo absurdas. Además, a Pip no le hacía demasiada gracia el agua. Ophélie no quería que pasara miedo. Los veleros eran la pasión de Ophélie, no de su hija. Pip negó con la cabeza.

– Mira, le diré a Matt que quiero estar de vuelta dentro de una hora. Hace un día precioso y estaremos de regreso en un santiamén. ¿Qué te parece?

– Bien… -musitó Pip con expresión afligida.

Ophélie se sentía culpable, pero por otro lado tenía muchas ganas de salir a navegar con Matt y ver su barco aunque solo fuera un rato. Se sentía dividida, pero empezaba a parecerle importante demostrar a Pip que su madre podía marcharse y volver sin que ocurriera nada malo. También eso formaría parte del proceso de recuperación.

Fue a ponerse el bañador y unos pantalones cortos antes de llamar a Amy para pedirle que se quedara con Pip. La adolescente prometió ir al cabo de unos minutos, y para cuando Ophélie estuvo lista para salir ya había llegado. Pero antes de que su madre se fuera, Pip la abrazó con fuerza. De pronto, Ophélie fue consciente del golpe que las muertes de su padre y su hermano habían representado para ella. Era la primera vez que se comportaba de aquel modo, pero también era la primera vez que Ophélie salía; había pasado gran parte de los últimos diez meses tumbada en la cama, llorando.

– Volveré pronto, te lo prometo. Si no hace demasiado calor, puedes mirarnos desde la terraza, ¿vale?

Dicho aquello salió de la casa con toda la contundencia de que fue capaz, mientras Mousse la seguía con la mirada, meneando la cola. Ophélie se dirigió a la casa del embarcadero con aire pensativo. El coche ya estaba allí, y al poco encontró a Matt guardando algunas cosas en el barco, un pequeño pero hermoso velero en excelente estado. Saltaba a la vista el cariño que Matt le tenía. Toda la cubierta aparecía barnizada, los elementos de latón relucían, y el casco había recibido una nueva capa de pintura blanca aquella primavera. Era una embarcación de un solo mástil de unos doce metros de altura, con vela mayor, foque y una vela considerable para su envergadura. Asimismo, contaba con un bauprés corto que le confería aspecto de medir más de los diez metros de eslora que medía, un pequeño motor y un camarote diminuto de techo tan bajo que Matt no podía erguirse cuan largo era. Se llamaba Nessie II en honor a la hija que Matt llevaba seis años sin ver. Era una auténtica joya, y Ophélie la contempló desde el embarcadero con una sonrisa radiante.

– Es una preciosidad, Matt -alabó con sinceridad, impaciente por salir a navegar con él.

– ¿Verdad que sí? -exclamó él con aire complacido-. Quería que lo viera antes de que se fuera.

Перейти на страницу:

Похожие книги

Измена. Я от тебя ухожу
Измена. Я от тебя ухожу

- Милый! Наконец-то ты приехал! Эта старая кляча чуть не угробила нас с малышом!Я хотела в очередной раз возмутиться и потребовать, чтобы меня не называли старой, но застыла.К молоденькой блондинке, чья машина пострадала в небольшом ДТП по моей вине, размашистым шагом направлялся… мой муж.- Я всё улажу, моя девочка… Где она?Вцепившись в пальцы дочери, я ждала момента, когда блондинка укажет на меня. Муж повернулся резко, в глазах его вспыхнула злость, которая сразу сменилась оторопью.Я крепче сжала руку дочки и шепнула:- Уходим, Малинка… Бежим…Возвращаясь утром от врача, который ошарашил тем, что жду ребёнка, я совсем не ждала, что попаду в небольшую аварию. И уж полнейшим сюрпризом стал тот факт, что за рулём второй машины сидела… беременная любовница моего мужа.От автора: все дети в романе точно останутся живы :)

Полина Рей

Современные любовные романы / Романы про измену