él, mirándolo sin interrupción a la débil luz que venía de las ventanas de
la estación y sacando vapor por su nariz Seguro que Ron le estaba engañando... y era una broma muy mala... Ron no podía no verlos.
-"¿Entramos dentro, entonces?"- dijo Ron mirando a Harry con cara de
preocupación
-"Si"- dijo Harry -"si, vamos…"
-"Está bien"- dijo una voz débil detrás de Harry cuando Ron se perdió en la
oscuridad del interior del carruaje -"No estás loco ni nada por el estilo.
Yo también puedo verlos.."
-"¿De verdad los ves?"- Dijo Harry volviéndose hacia Luna.
Pudo ver las alas de los caballos reflejadas en sus ojos plateados
-"Oh, si"- dijo Luna -"Soy capaz de verlos desde mi primer día aquí. Ellos
siempre tiran de los carruajes. No te preocupes. Estás tan cuerdo como
yo.."- Sonriendo levemente, se subió al carruaje donde estaban todos. Sin
quedarse completamente tranquilo Harry la siguió.
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Harry no le quiso decir a los otros que el y Luna estaban teniendo la misma alucinación. Si, eso eran, lo era. No dijeron nada sobre los caballos y se sentaron dentro del carruaje cerrando de un golpe la puerta detrás de él. No obstante, no podía evitar mirar las siluetas de los caballos moviéndose más allá de la ventana.
-¿Todos vimos a Grubbly-Plank?- Pregunto Ginny, -¿Que estaba haciendo allí?,Quizá Hagrid no pudo salir, ¿Habrá podido?-
-Me alegrare mucho si puede-, dijo Luna, -Pero él no es muy buen profesor, ¿o sí?-
-¡¡Sí, que lo es!!- dijeron Harry, Ron y Ginny ofendidos.
Harry miro furiosamente a Hermione. Ella aclaró su garganta y rápidamente dijo, -Erm... si... es muy bueno-.
-Bueno, nosotros en Ravenclaw pensamos que va poco en broma-, dijo Luna sin perturbarse.
-Tienes un sentido del humor muy sucio-, chasqueo Ron, como las ruedas debajo de ellos crujieron en el movimiento.
Luna no se sintió molesta por la grosería de Ron; al contrario, ella lo miró por un rato como si él estuviera en un interesante programa de televisión.
Rechinado y tambaleándose, los carruajes se movieron en caravana sobre el camino. Cuando pasaron entre los altos pilares de piedra con jabalíes con alas a ambos lados de la entrada hacia los terrenos de la escuela, Harry se reclinó hacia delante para tratar de ver si había luz en la cabaña de Hagrid, cerca del Bosque Prohibido. Pero el terreno estaba en una oscuridad absoluta.
213
El Castillo de Hogwarts, surgió ante la vista de todos. Cerca se alzaron mnumerosas torres de color oscuro contra el cielo negro.
Por todas partes brillaba alguna ventana como si estuviera en llamas.
Los carruajes tintinearon al parar cerca del escalón de piedra que conducía a la puerta principal de roble.
Harry salió primero del carruaje y se dió la vuelta otra vez para buscar la luz de la ventana cerca del Bosque Prohibido, pero definitivamente no había señal de vida dentro de la cabaña de Hagrid.
De mala gana, porque su esperanza se había desvanecido, se dió la vuelta y miró hacia las criaturas esqueléticas, que estaban tranquilamente ante el frío aire de la noche, y sus ojos blancos y negros brillaron.
Harry antes había tenido la experiencia de ver algo que Ron no podía, pero eso había sido un reflejo en un espejo, algo mucho menos insubstancial que cientos de bestias que lucían tan sólidas y fuertes como para empujar una escuadrilla de carruajes. Si Luna le fuera a creer, las bestias siempre estaban allí pero serían invisibles. ¿Por que Harry podía verlos, y por que Ron no podía?
-Vas a venir o que?- dijo Ron a su lado.
-Oh... sí-, dijo Harry rápidamente, y se unieron a la multitud de gente que desesperaba por subir al castillo.
El Hall de Entrada estaba con antorchas flameantes y los pasos de los estudiante cruzando el piso de piedra por la puerta de la derecha provocaban un resonante eco. Todos se dirigían al Gran Salón y la fiesta de comienzo del periodo.
Las cuatro largas mesas del Gran Comedor se llenaban bajo un techo terso y sin estrellas, el cual era justo como el cielo que ellos podían vislumbrar por las altas ventanas.
Las velas flotaban en el aire, a lo largo de las mesas, iluminando a los plateados fantasmas, quienes se tambaleaban por todo el salón. Se iluminaban las caras de los estudiantes que hablaban con impaciencia, narrando noticias y anécdotas del verano, 214
saludando ruidosamente a los amigos de otras casas, y mirando los nuevos cortes de cabello y los trajes nuevos de los demás.