-Verás –continuó Dumbledore- Creí que no podía pasar mucho tiempo antes de que Voldemort intentase forzar sus pensamientos en tu mente, manipularte y malaconsejar tus pensamientos, y yo no estaba ansioso por darle más incentivos para hacerlo. Estaba seguro de que si se daba cuenta de que nuestra relación era (o había sido alguna vez) más cercana que la de un alumno y un director, él aprovecharía esa oportunidad para usarte como medio con el fin de espiarme. Tenía miedo de los usos que podría darte, de la posibilidad de que te poseyera. Harry, creo que tenía razón al pensar que Voldemort habría hecho uso de ti de tal manera. En aquellas raras ocasiones que teníamos contacto cercano, creí que veía una sombra de él agitándose en el fondo de tus ojos...
Harry recordaba el sentimiento, como si una serpiente aletargada se hubiese levantado en él, lista para atacar, en aquellos momentos en que él y Dumbledore habían tenido contacto visual.
830
-El propósito de Voldemort de poseerte, como demostró esta noche, no habría sido mi destrucción. Habría sido la tuya. Él esperaba, cuando te poseyó un poco hace algún tiempo, que yo te sacrificaría con la esperanza de matarlo a él. Como ves, he estado intentando distanciarme de ti, para protegerte Harry. Un error de hombres viejos...
Él suspiró profundamente. Harry estaba dejando que las palabras le envolvieran. Habría estado tan interesado en saber eso unos meses atrás, pero ahora eso era insignificante comparado con el enorme abismo dentro de él que era la muerte de Sirius; nada de eso importaba...
-Sirius me dijo que sentías a Voldemort vivo dentro de ti la noche que tuviste la visión del ataque del señor Weasley. Supe por primera vez que mis peores temores eran ciertos: Voldemort se había dado cuenta de que podía usarte. En un intento de armarte contra los asaltos de Voldemort, arreglé las lecciones de Oclumancia con el Profesor Snape.
Dumbledore hizo una pausa. Harry miró la luz del sol, que estaba deslizándose lentamente por la brillante superficie del escritorio de Dumbledore, iluminando un bote de tinta plateado y una magnífica pluma roja. Harry podría decir que los retratos alrededor de ellos estaban despiertos y escuchando absortos la explicación de Dumbledore; podía escuchar el movimiento de las ropas, el ligero aclarar de una garganta. Phineas Nigellus aún no había vuelto...
-El profesor Snape descubrió –resumió Dumbledore- que habías estado soñando con la puerta del Departamento de Misterios durante meses. Voldemort, por supuesto, había estado obsesionado con la posibilidad de escuchar la profecía desde el instante en que recuperó su cuerpo; y como él se concentraba en esa puerta, eso hiciste tú, aunque no sabías lo que significaba. Y
entonces viste a Rockwood, que trabajaba en el Departamento de Misterios antes de su arresto, diciéndole a Voldemort que nosotros lo habíamos sabido todo; que las Profecías guardadas en el Ministerio de Magia están duramente protegidas. Sólo las 831
personas a las que hacen referencia pueden cogerlas de las estanterías sin caer en la locura: en este caso, o Voldemort tendría que entrar al Ministerio y arriesgarse él mismo a lo último, o tú tendrías que cogerla para él. Llegó a ser un problema de tanta urgencia, que tú deberías dominar la Oclumancia.
-Pero no lo hice, -refunfuñó Harry. Lo dijo en voz alta intentando aliviar el peso de la muerte y la culpa dentro de él: una confesión seguramente debería calmar algo de la terrible presión que apretaba su corazón.- No lo practiqué, no me molesté, pude haber hecho que parasen esos sueños, Hermione siguió diciéndome que lo hiciera, si lo hubiera hecho, el no habría podido enseñarme adónde ir, y Sirius no habría... Sirius no habría...
Algo estaba apareciendo en el interior de la cabeza de Harry: la necesidad de justificarse, de explicarse.
-Intenté comprobar que él realmente había cogido a Sirius, fui a la oficina de Umbridge, ¡hablé con Kreacher en el fuego y él dijo que Sirius no estaba allí, que se había ido!
-Kreacher mintió –dijo Dumbledore con calma- Tú no eres su amo, podría mentirte sin la necesidad incluso de castigarse luego a sí mismo. La intención de Kreacher era que tú fueses al Ministerio de Magia.
-Él... ¿él me mandó a propósito?
-Oh, sí. Kreacher, me temo, que ha estado sirviendo a más de un amo durante meses.
-¿Cómo? –dijo Harry mirándolo sin comprender- No ha estado fuera de Grimmauld Place desde hace años.
-Kreacher aprovechó su oportunidad un poco antes de Navidad –
dijo Dumbledore- cuando Sirius, aparentemente, le gritó “fuera”.