“Se que Sirius está aquí” dijo Harry, con su pecho paralizado de tal forma por el pánico que ya casi no podía respirar. “¡Se que lo tenéis!”
Más mortífagos rieron, aunque las carcajadas de la mujer destacaban sobre el resto.
“Va siendo hora de que aprendas a diferenciar entre la vida y los sueños, Potter” dijo Malfoy. “Ahora dame la Profecía, o comenzaremos a usar las varitas”.
“Adelante, entonces.” Dijo Harry, alzando su varita. Entonces, las cinco varitas de Ron, Hermione, Neville, Ginny y Luna aparecieron a su lado. El nudo en el estómago de Harry se hizo más fuerte. Si realmente Sirius no estaba allí, había conducido a sus amigos a su muerte sin ningún motivo…
Pero los mortífagos no atacaron.
“Dame la Profecía y no habrá necesidad de que nadie salga herido”, dijo Malfoy fríamente.
Ahora era Harry quien reía.
“¡Si, seguro!” dijo. “Te doy esta… profecía, ¿no?... y tu simplemente nos dejarás irnos a casa, ¿verdad?”
Esas palabras apenas habían dejado su boca cuando la mortífaga gritó: “Accio Prof...”
Harry estaba preparado: gritó “¡Protego!” cuando ella finalizó su conjuro, y aunque la esfera de cristal se escapó de la punta de sus dedos la volvió a sujetar sin problemas.
“Oh, sabe como jugar, el pequeño bebe Potter” dijo ella, sus ojos furiosos mirándole fijamente tras la capucha. “Muy bien, entonces…”
“¡OS DIJE QUE NO!” Lucius Malfoy le gritó a la mujer. “Si la rompéis…”
La mente de Harry corría a toda velocidad. Los mortífagos querían esa polvorienta esfera de cristal. El no tenía ningún interés en ella. Solo quería sacarlos de allí vivos, asegurarse de 786
que ninguno de sus amigos pagaba un terrible precio por su estupidez…
La mujer avanzó, alejándose de sus compañeros, y apartando su capucha. Azkaban había vaciado la cara de Bellatrix Lestrange, haciéndola flaca y esquelética, pero estaba viva con un ferviente, fanático brillo.
“¿Necesitas más persuasión?” pregunto, su pecho subía y bajaba rápidamente. “Muy bien… coged a la más pequeña” ordenó a los mortífagos tras ella. “Dejadle mirar mientras torturamos a la pequeña niña. Yo lo haré.”
Harry sintió como los demás se pegaban a Ginny rodeándola; el dio un paso de lado para colocarse justo ante ella, con la Profecía alzada ante su pecho.
“Tendrás que romper esto si quieres atacar a cualquiera de nosotros” le dijo a Bellatrix “No creo que tu jefe quede muy contento si vuelves sin esto, ¿verdad?”
Ella no se movió; solo se quedó mirándolo fijamente, son la punta de su lengua humedeciendo sus delgados labios.
“Así que…” dijo Harry, “¿de que tipo de profecía hablamos, de todas formas?
No podía pensar en otra cosa que hacer excepto seguir hablando.
El brazo de Neville estaba apretado contra él, y lo podía sentir temblar; así como la rápida respiración de otro justo en su nuca.
Esperaba que ellos estuvieran pensando en formas de escapar, porque su mente estaba en blanco.
“¿Qué tipo de profecía?” repitió Bellatrix, la sonrisa desapareciendo de su rostro. “Está de broma, Harry Potter.”
“No, no bromeo”, dijo Harry, sus ojos pasando de mortífago en mortífago, buscando un punto débil, un hueco por donde pudieran escapar. “¿Por qué la quiere Voldemort?”
Varios mortífagos dejaron escapar silbidos graves.
“¿Te atreves a decir su nombre?” susurró Bellatrix.
“Si”, dijo Harry, agarrando firmemente la bola de cristal, esperando otro intento por parte de ella de conjurarla lejos de él.
“Si, no tengo ningún problema de decir Vol…”
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“¡Cállate!” chilló Bellatrix. “Como te atreves a pronunciar su nombre con tus indignos labios, como te atreves a mancharlo con tu lengua de sangre sucia, como te atreves…”
“¿Sabias que él también era sangre sucia?” soltó Harry imprudentemente. Hermione dio un pequeño gemido en su oído.
“¿Voldemort? Si, su madre era una bruja, pero su padre era un muggle… ¿o acaso os ha estado diciendo que es un pura sangre?
“¡STUPEFY!”
“¡NO!”
Un disparo de luz roja salió de la varita de Bellatrix Lestrange, pero Malfoy la desvió, enviándolo contra una estantería a la izquierda de Harry donde varias esferas de cristal reventaron.
Dos figuras, de un blanco perla como fantasmas, fluidas como el humo, se desplegaron desde los fragmentos de cristal roto y comenzaron a hablar, sus voces rivalizando, así que solo se podían oír fragmentos de lo que decían sobre los gritos de Malfoy y Bellatrix.
“… en el solsticio llegará un nuevo…” decía la figura de un viejo hombre con barba.
“¡NO ATAQUES! ¡NECESITAMOS LA PROFECÍA!”
“Se ha atrevido… se ha atrevido… ahí esta… asqueroso sangre sucia…”
“¡ESPERA A QUE TENGAMOS LA PROFECIA!” le gritaba Malfoy.
“… y ninguno vendrá después…” decía la figura de una joven mujer.