Harry no tenía ningún sentimiento particular acerca de que los Dursleys se fueran. No había diferencia para el si estaban en casa o no. No podía ni convocar un poco de energía para levantarse y prender la luz de su recámara. La oscuridad de la habitación creció constantemente alrededor de él cuando escuchaba los sonidos de la noche a través de la ventana que mantenía abierta todo el tiempo, esperando el bendito momento cuando Hedwig regresara.
La casa vacía crujió alrededor de él. Las tuberías gorgotearon.
Harry reposaba ahí en una especie de aturdimiento, pensando en nada, suspendido en la miseria.
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Y después, completamente distinto, escuchó un estrépito abajo en la cocina.
El se sentó erguido, concentrándose en escuchar. Los Dursleys no podían haber regresado, era muy pronto, y en todo caso debió de haber escuchado el carro.
Hubo un silencio por unos pocos segundos, luego voces.
Burglares pensó, deslizándose sobre la cama y poniéndose de pie- pero un segundo después se le ocurrió que los Burglares guardarían silencio, y quienes quiera que se estuvieran moviendo alrededor de la cocina seguramente no se estaban preocupando por hacerlo.
Tomó su varita de la mesita junto a su cama y se paró frente a la puerta de su habitación, escuchando todo lo que podía. Un momento después, brincó cuando el cerrojo dio un fuerte clic y su puerta se abrió.
Harry se quedó inmóvil, mirando fijamente a través de la puerta abierta hacia el oscuro rellano de las escaleras, forzando a sus oídos a escuchar nuevos sonidos, pero no hubo ninguno. Dudó por un momento y después se movió rápida y silenciosamente fuera de su cuarto hacia las escaleras.
Su corazón se disparó hacia arriba en su garganta. Había personas parados en el sombrío salón de abajo, perfilados por la luz de la calle brillando a través de la puerta de vidrio; ocho o nueve de ellos, todos, todo lo lejos que podía ver, lo estaban observando.
-‘Baja tu varita, niño, antes de que le saques un ojo a alguien’.-
Dijo una voz baja y en un gruñido.
El corazón de Harry estaba latiendo incontrolablemente. Conocía esa voz, pero no bajó su varita.
-¿Profesor Moody?.- Dijo inseguro
-No se mucho de ser ‘Profesor’.- gruñó la voz.- Nunca di mucha enseñanza,¿ o si? Ven acá abajo, queremos verte apropiadamente.
Harry bajó su varita ligeramente pero no relajó su fuerza, no se movió. Tenía una buena razón para sospechar. Recientemente había pasado nueve meses en los cuales había pensado que 46
estaba con el verdadero Moody solo para saber que no estaba con el correcto, si no con un impostor; un impostor, además, que trató de matar a Harry después de que fue descubierto. Pero antes de que hubiera tomado una decisión acerca de lo que iba a hacer, una segunda voz, ligeramente ronca flotó hacia arriba.
- ‘Todo esta bien, Harry. Hemos venido a llevarte.’
El corazón de Harry saltó. También conocía aquella voz, aunque no la hubiera escuchado por más de un año.
- ‘¿P-profesor Lupin?’-Dijo incrédulo.- ‘¿Es usted?’
- ‘¿Por qué estamos todos en la oscuridad?’- Dijo una tercera voz, ésta completamente desconocida, de una mujer.- ¡Lumos!
La punta de una varita se encendió, iluminando el salón con una luz mágica. Harry parpadeó. La gente de abajo estaba reunida al pie de las escaleras, mirándolo fijamente, algunos estirando el cuello para una mejor vista.
Remus Lupin estaba cerca de el. Aunque todavía era joven, Lupin se veía cansado y bastante enfermo; tenía mas cabello gris que cuando le había dicho adiós, y su túnica estaba mas remendada y raída que nunca. Sin embargo seguía sonriendo ampliamente a Harry, que trataba de devolverle la sonrisa a través de su impresión.
-Oooh, se ve justamente como pensé que se vería!.- dijo la bruja que estaba sosteniendo su varita encendida. Parecía la más joven de ahí; tenía una cara pálida en forma de corazón, ojos oscuros brillantes, y cabello pequeño y picudo que tenía una violenta tonalidad violeta.- ¡Hola, Harry!
-Si, ya veo a lo que te refieres, Remus.- dijo un mago negro calvo parado hasta atrás; tenía una voz profunda y lenta y tenía un aro en su oreja.- Es igual que James.
-Excepto los ojos.- dijo en un resoplido, un mago con cabello plateado que se encontraba atrás.-Los ojos de Lily.
Ojo Loco Moody, que tenía cabello entrecano y un pedazo grande le faltaba en la nariz, veía a Harry a través de sus ojos diferentes. Uno de ellos era pequeño, oscuro, y brillante, el otro 47
largo, redondo y de un azul eléctrico—el ojo mágico que podía ver a través de paredes, puertas y nuca del propio Moody.