Naturalmente, había pensado que la larga campaña y el esfuerzo había causado que se vuelva loco. Se había atterrorizado al ver que un portarretratos le hablaba, a pesar de que esto no había sido nada de lo que había sentido al enterarse que un autoproclamado mago se había aparecido de entre el fuego y estrechado su mano. Se había quedado sin habla a lo largo de la amable explicación de Fudge de que había magos y brujas aún viviendo en secreto en todo el Mundo, y sus tranquilizantes de que no iba a molestarlos, ya que el Ministerio de magia tomaba toda la responsabilidad de toda la Comunidad Mágica, y prevenía que la población no mágica supiera de su existencia. Era, dijo Fudge, un trabajo muy dificultoso que acompañaba a todo lo referente con regulaciones del uso responsable de las escobas para mantener a la población de dragones bajo control (el Primer Ministro se recordaba agarrándose del escritorio para enfrentar este tema). Fudge había golpeado la espalda del boquiabierto Ministro en un modo un tanto paternal.
'Nada de qué preocuparse,' había dicho, 'sería extraño que no me vuelvas a ver. Te molestaré si hay algo realmente serio que ocurra en nuestro lugar, algo que puede afectar preferentemente a los Muggles - la población no-mágica, debería decir. De lo contrario, hay que vivir y dejar vivir. Y debo decir, que lo estás tomando mucho mejor que tu predecesor. Él intentó tirarme por la ventana, como si fuese un espía planeado por la oposición.'
Easy PDF Copyright © 1998,2005 Visage Software
This document was created with FREE version of Easy PDF.Please visit http://www.visagesoft.com for more details
A todo esto, el Primer Ministro había tomado la palabra al final.
'¿Tú no eres - tú no eres un espía, entonces?'
Había sido su último, y desesperado deseo.
'No,' dijo Fudge gentilmente. 'No, me temo que no. Mira.'
Y había convertido la taza de té del Primer Ministro en un gerbil.
'Pero,' dijo el Primer Ministro sin aire, viendo su taza de té mordisqueándose en la esquina de su próximo discurso,
'pero, ¿por qué - por qué nadie me lo dijo-?'
'El Ministro de Magia solo le revela a él o ella, que son el Primer Ministro de los Muggles al día,' dijo Fudge, guardando su varita en su campera. 'Encontramos que esta es la mejor manera de mantener el secreto'
'Pero luego,' baló el Primer Ministro, '¿por qué un ya formado Primer Ministro no me advirtió-?'
A todo esto, Fudge ya se había reído.
'Mi querido Primer Ministro, ¿vas a engañar a alguien?'
Todavía vacilando, Fudge había lanzando algún tipo de poder en el fuego, que se introdujeron en las llamas color esmeralda y se desaparecieron coun un chirrido. El Primero Ministro había estado ahí, un poco inmóvil, y se dio cuenta de que nunca, a lo largo de su vida, se atrevería a mencionar este encuentro a un alma viviente, ¿y quién le creería a lo largo y ancho del Mundo?
El shock había tomado un pequeño tiempo para surgir efecto. Por un momento trató de convencerse a sí mismo de que Fudge había acertado en armar una alucinación por falta de sueño durante su campaña de elección. En un vano intento de deshacerse de todos los recuerdos de este inconfortable encuentro, ya le habría dado el gerbil a su querida sobrina e intruído a su Secretaria Privada que sacase el portarretratos del pequeño hombre feo que había anunciado el arrivo de Fudge. Para consternación del Primer Ministro, sin embargo, el portarretratos había demostrado su imposibilidad de ser extraído. Cuando decenas de carpinteros, un albañil o dos, un historiador artístico y el Ministro de Hacienda habían tratado sin éxito de desencajarlo de la pared, el Primer Ministro había abandonado el intento y simplemente se esperanzó que la cosa permaneciera sin movimiento y en silencio por el resto de su estadía en esa oficina. Ocasionalmente pudo jurar haber visto al ocupante bostezando, o rascándose la nariz: regularmente, una vez o dos veces, simplemente caminando fuera del enmarque y dejando el lienzo de un color amarronada y como con barro.
Sin embargo, intentó no mirar demasiado ese cuadro, y decírse a sí mismo firmemente que sus ojos le gastaban una broma cuando algo como esto ocurría.
Hacía tres años, una noche muy parecida a esta, el Primer Ministro había estado solo en su oficina cuando el portarretratos había anunciado una vez más el inminente arrivo de Fudge, quien se había aparecido de entre las llamas, empapado y en un estado de considerable pánico. Antes de que el Primer Ministro pudiese por qué había estado sudándose a lo largo de todo el Arxminster, Fudge ya había comenzado a despotricar acerca de una prisión que el Primer Ministro había escuchado nunca hablar antes, un hombre llamada 'Serious' Black, algo que sonaba como Hogwarts y un niño llamado Harry Potter, ninguno de los cuales le pareció tener sentido al Primer Ministro.