Firmante de la declaración de los 46. Se suicida en 1924 en un gesto de protesta.» Y escribió un poema en yiddish, celebratorio, barriobajero, lleno de barbarismos, sobre Ivan Rajia (18871920), uno de los fundadores del partido finlandés, asesinado probablemente por sus propios compañeros en un conflicto entre dirigentes. Leyó a los futuristas, a los del grupo Centrífuga, a los imaginistas. Leyó a Babel, los primeros relatos de Platonov, a Borís Pilniak (que no le gustó nada de nada), a Andréi Biely, cuya novela
Y también en 1929 leyó una novela recién publicada,
Y mientras Ansky leía a Döblin o entrevistaba a Tujachevski o hacía el amor en su habitación de la calle Petrov de Moscú con María Zamiatina, Efraim Ivánov publicaba su primera gran novela, la que le abriría las puertas del cielo, recuperando, por una parte, la devoción de los lectores y por la otra granjeándose, por primera vez, el respeto de aquellos a los que consideraba sus iguales, los escritores, los escritores de talento, aquellos que guardaban el fuego de Tolstói y Chéjov, aquellos que guardaban el fuego de Pushkin, el fuego de Gógol, que de pronto se fijaron en él, que lo vieron, de hecho, por primera vez, y que lo aceptaron.
Gorki, que por entonces aún no había reestablecido su residencia definitiva en Moscú, le escribió una carta con matasellos italiano en donde se veía el dedo admonitor del padre fundador, pero en donde también se percibía un caudal de simpatía y de gratitud lectora.
Su novela, decía, me ha hecho pasar momentos… muy divertidos.
En sus páginas es discernible… una fe, una esperanza. De su imaginación no se puede decir que esté… anquilosada. No, en modo alguno se puede decir… eso. Ya hay quienes hablan del…
Julio Verne soviético. Tras reflexionar largamente, sin embargo, yo creo que es usted… mejor que Julio Verne. Una pluma más…
madura. Una pluma guiada por intuiciones… revolucionarias.
Una pluma… grande. Como no se podía esperar menos tratándose de un… comunista. Pero hablemos francamente… como soviéticos.
La literatura proletaria habla al hombre… de hoy. Expone problemas que tal vez sólo se solucionarán… mañana. Pero se dirige… al obrero actual, no al obrero… futuro. En sus próximos libros tal vez usted debería tener esto… en cuenta.
Si Stendhal, como se dice, bailó al leer la crítica que Balzac hizo sobre
La novela, tan unánimemente celebrada, se llamaba
Pronto está luchando contra las tropas de Wrangel. En medio de un combate resulta herido y sus compañeros lo dan por muerto. Pero antes de que las aves carroñeras se ceben con los cadáveres una nave extraterrestre desciende sobre el campo de batalla y se lo lleva, junto a otros heridos de muerte. Luego la nave entra en la estratosfera y se pone a orbitar alrededor de la Tierra. Todos los heridos sanan rápidamente de sus heridas.
Después un ser muy delgado y altísimo, más parecido a un alga que a un ser humano, les realiza una serie de preguntas del tipo: ¿cómo se crearon las estrellas?, ¿dónde termina el universo?, ¿dónde empieza? Por supuesto, nadie sabe responderlas.