“¡Harry, lo fiento!” lamentó Neville, su rostro angustiado y sus piernas todavía agitadas. “Lo fiento tanto Harry, yo no quería…”
“¡No importa!” gritó Harry. “Simplemente intenta ponerte en pie, salgamos de…”
“¡Dubbledore!” dijo Neville, su cara sudorosa transportada de golpe, mirando sobre los hombros de Harry.
“¿Qué?”
“¡DUBBLEDORE!”
Harry se dio la vuelta hacia donde Neville miraba. Justo sobre ellos, enmarcado bajo la puerta de la Sala de los Cerebros, estaba Albus Dumbledore, su varita alzada, su rostro blanco y lleno de furia. Harry sintió una especie de carga eléctrica a través de cada partícula de su cuerpo… estaban salvados.
Dumbledore pasó al lado de Neville y Harry, que ya no pensaban en salir de allí. Dumbledore ya estaba al final de la escalera cuando los mortífagos más cercanos se dieron cuenta de su presencia y avisaron a los demás. Uno de los mortífagos corrió hacia él, moviéndose como un mono por las escaleras opuestas.
El hechizo de Dumbledore lo alejó tan fácilmente y sin esfuerzo como si hubiera sido enganchado por una cuerda invisible…
Solo dos personas seguían luchando, aparentemente inadvertidos de la nueva llegada. Harry vio como Sirius esquivaba un chorro de los roja de Bellatrix: se reía de ella.
“¡Vamos, puedes hacerlo mejor!” grito, su voz resonando por la cavernosa sala.
El segundo chorro de luz le acertó en el pecho.
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La sonrisa no había desaparecido de su rostro, pero sus ojos se abrieron completamente sorprendidos.
Harry soltó a Neville, aunque ni se dio cuenta. Ya estaba saltando escaleras abajo, sacando su varita y apuntando, al igual que Dumbledore, mientras se acercaban a la tarima.
Parecía que Sirius tardaba una eternidad en caer: su cuerpo encorvado de forma elegante mientras se hundía de espaldas a través del velo roto que colgaba del arco.
Harry vio el aspecto asustado y sorprendido del ahora desgastado rostro de su padrino, hacía tiempo bello, mientras caía a través del antiguo portal y desaparecía tras el velo, que se elevó por un momento como si un fuerte viento soplara, y volvió a su lugar.
Harry escuchó el grito triunfante de Bellatrix Lestrange, pero sabía que no podía significar nada… Sirius solo había caído a través del arco, aparecería en cualquier segundo…
Pero Sirius no aparecía.
“¡SIRIUS!” gritaba Harry. “¡SIRIUS!”
Había llegado al suelo, su respiración entrecortada. Sirius tenía que estar justo detrás de la cortina, él, Harry, tiraría de él…
Pero cuando comenzó a correr hacia la tarima, Lupin sujetó a Harry por el pecho, frenándolo.
“No puedes hacer nada, Harry…”
“¡Cógelo, sálvalo, simplemente está al otro lado!
“Es demasiado tarde, Harry.”
“Aún podemos llegar hasta él…” Harry se retorcía entre sus brazos, pero Lupin no le dejaba ir…
“Ya no hay nada que puedas hacer, Harry… nada… se ha ido.”
CAPÍTULO 36
El Único A Quien Él Ha Temido
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¡El no se ha ido! gritó Harry.
Él no lo creía; no podría creerlo; seguía luchando con Lupin con cada pizca de fuerza que tenía. Lupin no entendía; había gente oculta detrás de esa cortina; Harry los había oído susurrar la primera vez que había entrado en esa habitación. Sirius se estaba ocultando, simplemente acechando sin ser visto
— '
' SIRIUS!' gritó. ' SIRIUS!'
Él no puede volver, Harry, dijo Lupin, su voz se quebraba mientras luchaba para contener a Harry. El no puede volver, porque él esta m... —
¡ÉL — NO — ESTA — MUERTO!' Gritó Harry de los ruidosos y sin puntería y. ' SIRIUS!'
Había mucho movimiento a su alrededor, además de los destellos de mas maleficios errados y ruidosos. Para Harry todo este ruido no tenia sentido, las maldiciones desviadas que pasaban junto a ellos no importaban, nada importaba excepto que Lupin dejara de pretender que Sirius — quien el estaba seguro, estaba parado frente a ellos detrás de esa vieja cortina — no iba a salir en cualquier momento, echándose hacia atrás su oscuro cabello e impaciente continuar la batalla.
Lupin arrastró a Harry lejos del estrado. Harry todavía tenía fija la mirada en el arco, estaba molesto con Sirius por hacerlo esperar
Pero una cierta parte de él se dio cuenta, incluso mientras luchaba para safarse de Lupin, que Sirius nunca antes lo había hecho esperar. . . Sirius siempre había arriesgado todo, para ver Harry para ayudarle. . . si Sirius no reaparecía fuera de ese arco cuando Harry lo llamaba como si su vida dependiera de ello, la única explicación posible era que él no podría volver. . . que él realmente estaba — '
Dumbledore tenía a la mayoría de los mortífagos restantes agrupados en el centro de la habitación, aparentemente inmovilizados por las cuerdas invisibles; Ojoloco Moody se 810