Harry no podía mover ni un músculo. Estaba tumbado bajo la Capa de Invisibilidad sintiendo fluir la sangre de su nariz, húmeda y caliente, sobre su cara; escuchando las voces y los pasos en el pasillo. Su primer pensamiento fue que alguien, seguramente, comprobaría los compartimentos antes de que el tren partiera de nuevo. Pero enseguida le desanimó el darse cuenta de que, incluso si alguien miraba dentro del compartimento, ni le vería, ni le oiría. Su mayor esperanza era que alguien entrara y lo pisara.
Harry nunca había odiado a Malfoy tanto como tumbado allí, como una absurda tortuga sobre su espalda, la sangre cayendo de forma asquerosa en su boca abierta. Vaya situación más estúpida en la que se había metido … y ahora, los últimos pasos se alejaban, todos estaban moviéndose por el oscuro andén en el exterior; podía oír el arrastrar de los baúles y el sonoro farfullar de las voces.
Ron y Hermione pensarían que se había bajado del tren sin ellos. Una vez que llegaran a Hogwarts y se sentaran en sus sitios en el Gran Comedor, lo buscaran un par de veces por la mesa de Gryffindor y descubrieran finalmente que no estaba allí, él, sin ninguna duda, estaría a medio camino de vuelta a Londres.
Intentó hacer algún sonido, aunque fuera un gruñido, pero era imposible. Entonces recordó que algunos magos, como Dumbledore, podían realizar hechizos sin hablar, así que intentó convocar su varita, que se había deslizado desde su mano, diciendo las palabras ‘¡Accio varita!’ una y otra vez en su cabeza, pero no sucedió nada.
Creyó que podía escuchar el crujir de los árboles que rodeaban el lago y el lejano ulular de una lechuza, pero ninguna pista de que le buscaran, ni siquiera (se despreció a sí mismo por desearlo) voces aterrorizadas preguntándose dónde estaba Harry Potter. Un sentimiento de desesperanza se extendió por él al imaginar el convoy de carruajes tirados por thestrals rodando lentamente hacia la escuela y las carcajadas amortiguadas provenientes del carruaje en el que Malfoy se hubiera montado, donde podría relatar cómo le había atacado a Crabbe, Goyle, Zabini y Pansy Parkinson.
El tren arrancó provocando que Harry rodara a un lado. Ahora podía contemplar la polvorienta parte de abajo de los asientos en vez del techo. El suelo comenzó a vibrar a medida que la locomotora se ponía en marcha. El Expreso estaba marchándose y nadie sabía que él seguía dentro …
Entonces notó la Capa de Invisibilidad apartarse y una voz desde arriba dijo: ‘¿Qué hay, Harry?’
Hubo un destello de luz roja y el cuerpo de Harry se descongeló; pudo sentarse en una posición más digna, se limpió precipitadamente la sangre de la cara, amoratada, con la mano y levantó la cabeza para mirar a Tonks que sostenía la Capa de Invisibilidad que acababa de quitarle.
‘Deberíamos salir de aquí, rápido,‘ dijo mientras las ventanas del tren se nublaban con el vapor y empezaban a salir de la estación. ‘Vamos, saltaremos.’
Harry se apresuró tras ella por el pasillo. Tonks abrió la puerta del tren y saltó al andén, que parecía deslizarse bajo ellos mientras el tren ganaba velocidad. Él la siguió y se tambaleó ligeramente al aterrizar, pero se enderezó a tiempo de ver la brillante locomotora roja acelerar, tomar la curva y desaparecer de su vista.
El frío viento nocturno aliviaba su nariz palpitante de dolor. Tonks lo miraba; se sintió enfadado y avergonzado de haber sido descubierto en una posición tan ridícula. Silenciosamente, le devolvió la Capa de Invisibilidad.
‘¿Quién ha sido?’
‘Draco Malfoy,‘ dijo Harry amargamente’. Gracias por … bueno …
‘No hay problema,‘ dijo Tonks sin sonreír. Por lo que Harry podía ver en la oscuridad, todavía tenía el pelo de color parduzco y parecía tan triste como lo había estado cuando se había encontrado con ella en la Madriguera’. Puedo curarte la nariz si te quedas quieto.
A Harry no le hizo mucha gracia la idea; había pensado ir a ver a la señora Pomfrey, la enfermera, en la que tenía más confianza cuando se trataba de hechizos curativos, pero le pareció descortés decirlo así que permaneció completamente inmóvil y cerró los ojos.
‘Episkey,‘ dijo Tonks.
Harry notó un gran calor en la nariz y después un frío intenso. Levantó una mano y se tocó cuidadosamente. Parecía haberse curado.
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‘¡Muchas gracias!’
‘Deberías volver a ponerte la Capa para que podamos caminar hasta el colegio,‘ dijo Tonks, aún sin sonreír. Al mismo tiempo que Harry se echaba la Capa por encima, ella agitó su varita; una criatura de cuatro patas inmensa y plateada salió de ella y se internó en la oscuridad como un rayo.
‘¿Era un Patronus?‘ preguntó Harry, que había visto a Dumbledore mandar mensajes de esa forma.
‘Sí, estoy mandando un mensaje al castillo para decir que estás conmigo o se preocuparán. Vamos, es mejor que no perdamos más tiempo.’
Echaron a andar hacia el camino que llevaba al colegio.