Tío Vernon lo esperaba al otro lado de la barrera. La señora Weasley estaba muy cerca de él. Al ver a Harry, ella le dio un abrazo muy fuerte y le susurró al oído:
—Creo que Dumbledore te dejará venir un poco más avanzado el verano.
Estaremos en contacto, Harry.
—Hasta luego, Harry —se despidió Ron, dándole una palmada en la espalda.
—¡Adiós, Harry! —le dijo Hermione, e hizo algo que no había hecho nunca: le dio un beso en la mejilla.
—Gracias, Harry —musitó George, mientras Fred, a su lado, asentía fervientemente con la cabeza.
Harry les guiñó un ojo, se volvió hacia tío Vernon y lo siguió en silencio hacia la salida. No había por qué preocuparse todavía, se dijo mientras se acomodaba en el asiento posterior del coche de los Dursley.
Como le había dicho Hagrid, lo que tuviera que llegar, llegaría, y ya habría tiempo de plantarle cara.