—¡Ja! —exclamó Hermione, triunfante—. ¿Lo veis? ¡Os dije que era de él!
—Sí, pero él no la había gafado, ¿verdad? —observó Ron—. ¡Ay!
La pequeña lechuza, que daba grititos de alegría en su mano, le había picado en un dedo de manera al parecer afectuosa.
Harry miró impaciente dentro del sobre. Había otro pergamino. Lo leyó rápidamente, y se sintió tan contento y reconfortado como si se hubiera tomado de un trago una botella de cerveza de mantequilla.
—Esto le bastará a Dumbledore —dijo Harry contento. Volvió a mirar la carta de Sirius—. ¡Un momento! ¡Hay una posdata...!
Ron abrió los ojos de par en par. La pequeña lechuza seguía gimiendo de emoción.
—¿Quedármela? —preguntó dubitativo. La miró muy de cerca durante un momento, y luego, para sorpresa de Harry y Hermione, se la acercó a
—¿Qué te parece? —preguntó Ron al gato—. ¿Es una lechuza de verdad?
—Es suficiente —dijo Ron contento—. Me la quedo.
Harry leyó y releyó la carta de Sirius durante todo el trayecto hasta la estación de King’s Cross. Todavía la apretaba en la mano cuando él, Ron y Hermione atravesaron la barrera del andén nueve y tres cuartos. Harry localizó enseguida a tío Vernon. Estaba de pie, a buena distancia de los padres de Ron, mirándolo con recelo. Y cuando la señora Weasley abrazó a Harry, confirmó sus peores suposiciones sobre ellos.
—¡Te llamaré por los Mundiales! —gritó Ron a Harry, al despedirse de ellos.
Luego volvió hacia tío Vernon el carrito en que llevaba el baúl y la jaula de
—¿Qué es eso? —gruñó, mirando el sobre que Harry apretaba en la mano—. Si es otro impreso para que lo firme, ya tienes otra...
—No lo es —dijo Harry con alegría—. Es una carta de mi padrino.
—¿Padrino? —farfulló tío Vernon—. Tú no tienes padrino.
—Sí lo tengo —dijo Harry de inmediato—. Era el mejor amigo de mis padres. Está condenado por asesinato, pero se ha escapado de la prisión de los brujos y ahora se halla escondido. Sin embargo, le gusta mantener el contacto conmigo... Estar al corriente de mis cosas... Comprobar que soy feliz...
Y sonriendo ampliamente al ver la expresión de terror que se había dibujado en el rostro de tío Vernon, Harry se dirigió a la salida de la estación, con